La parte central del retablo es la más valiosa y representa parejas de apóstoles. Estas cuatro tablas fueron pintadas por Nicolás Francés, el mismo artista que pintó el retablo de la catedral de León. Fue traido al pueblo por un canónigo, Juan Gonzalez de Acevedo, sin duda de vacaciones, y aprovechó su estancia para pintar estas cuatro tablas, que, como ya queda dicho, son las más valiosas del retablo. No en vano, fueron realizadas por uno de los más renombrados artistas del gótico.
La primera tabla por la izquierda representa a Santo Tomás y a San Juan, el más joven de los apóstoles. Fondos dorados, dejando entrever el mundo externo: naturaleza, nubes, cielo... La segunda tabla representa a San Mateo y San Pablo. San Mateo aparece escribiendo en su libro con pluma y un objeto que podría ser un tintero o una bolsa de monedas, ya que era cobrador de impuestos y pudiera ser un símbolo que exprese su identidad. Como es el caso de la espada en San Pablo, que impone autoridad, temperamento y esa barba rubia que imprime un carácter especial al conjunto. En la otra mano, como todas las figuras, la biblia.
La siguiente tabla, siguiendo a la derecha, representa a San Pedro y a San Bartolomé. San Pedro, el apostol de más edad, barba blanca y ese mechón de pelo que cae sobre su frente, propio de las personas de su edad, mirada seria, temperamental, túnica verde y capa roja, su símbolo, la llave del cielo y su libro, con cierre metálico. La expresión de su cara despierta una enorme seriedad y fuerza de carácter. San Bartolomé aparce con cadenas, un cuchillo, símbolo de su martirio, su libro y la figura de un demonio, que evoca la tentación, el pecado. La cuarta tabla, última de la derecha, representa a San Andrés y a Santiago. San Andrés, con el símbolo de su muerte, una cruz, murió crucificado, su libro, su barba y el nimbado, esa aureola que aparece sobre su cabeza, símbolo de santidad, que es común también a todas las figuras. Finalmente, la figura de Santiago, con sus símbolos, la concha y el baston de peregrino, y su libro, una constante en todas las figuras.
Es importante destacar también las piezas de madera que enmarcan las figuras. Verdaderas filigranas en madera, rematadas en pan de oro, tanto las piezas horizontales, como las entrecalles o verticales.
La parte inferior, denominada "predela", sirve de base a todo el retablo. Está formada por cuatro tablas principales que dan vida a los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan con su símblo y su evangelio. El primero por la izquierda es San Mateo. Su símbolo es el ángel. Va tocado con un gorro frigio, de la región de Frigia. La siguiente figura es San Marcos, con su símbolo, el león, que evoca bravura y en la mano su evangelio. San Lucas es la siguiente figura, que también va tocado con gorro frigio y su símbolo, el toro. En la mano izquierda sujeta su evangelio. El último evangelista es San Juan, con su símbolo, el águila real, que evoca la superioridad sobre las demás aves, haciendo destacar la categoría del evangelio de San Juan.
Las cuatro tablas de los evangelistas están separadas por columnas como si estuvieran sujetando la predela, la base del retablo. Cada una de estas columnas contiene la figura de una vírgen romana, con su simbolismo. La primera por la izquierda es Santa Catalina de Alejandría, Santa Bárbara, con su símbolo que es la columna de la fortaleza donde fue encerrada un cuatro de Diciembre, Santa Agueda que se la invoca como protectora del cáncer de mama, por eso lleva los pechos al descubierto y Santa Lucía, patrona de los ciegos, que aparece con los ojos sobre una copa, símbolo de su martirio. Estas vírgenes romanas tienen mucha tradición en nuestra zona, sobre todo Santa Agueda y Santa Lucía.
La Vírgen del Rosario es una talla policromada del siglo XVI. Es una imagen magnífica con el niño sosteniendo la bola del mundo. La imágen descansa sobre una nube con tres cabezas de ángeles.
El sagrario no pertenece a un estilo definido pero no por ello deja de ser una pieza magnífica, probablemente traida de alguna de las ermitas que hubo por los alrededores. Representa la escena de la crucifixión en un alto relieve: Jesucristo muerto, la figura de su madre y Maria la Magdalena, que acompaña a Maria.
El sagrario está escoltado a ambos lados por dos tallas de madera policromada que representan a San Pedro y a San Pablo, piezas muy valiosas que no desmerecerían en cualquier museo. San Pablo con su espada y a San Pedro le falta el brazo derecho que pudo ser fruto de algún incendio. Estas valiosas imágenes fueron rescatadas a un anticuario que, con toda seguridad habría engañado a Don Daniel. Vecinos del pueblo salieron rápidamente y dieron alcance al pícaro anticuario en Riaño donde consiguieron hacerse de nuevo con los dos apóstoles, para bien del pueblo.
La excelente restauración llevada a cabo en el retablo, en estado terminal, ha permitido recuperar una pieza de un valor incalculable. Es, como mínimo, tan valioso como el retablo de la catedral de León y hay quien opina que aún nuestro retablo supera a aquel. No estaría demás exponerlo al gran público y de esa manera asegurar su conservación y mantenimiento para el futuro. Bastantes peores cosas hemos visto "rascándonos" el bolsillo.