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VIVIR EN LA CUADRA (2ª parte)

Hace falta tener más de cincuenta años para acordarse del edificio que aparece detrás de estas personas, entre las que aparece mi abuelo Valentín, “el Grillo”, con su inseparable porracha. La construcción que se ve al fondo era la casa y la cuadra de Regina y estaba al lado de la casa de Honorato y Florenta. En el año 1963, Patricia y Pepe le compraron a la tía Regina el corral, la casa y la cuadra, con la condición de que el comprador no entraría en posesión de la finca hasta “el día en que la vendedora deje de hacer uso de ella”. Algún tiempo después de fallecer Regina, se tiró todo lo construido, ya que la cuadra estaba hundida y todas las paredes en muy malas condiciones. Lo único que se aprovechó fueron los cimientos, sobre los que Pepe y Patricia levantaron la cuadra más moderna de su tiempo, con bebederos individuales para las vacas, separadores de hierro, un pasillo central y dos pasillos más por delante de los pesebres.

 

 

En el año 2005, Adelia y José Antonio vaciaron la mitad de la cuadra, levantaron un poco las paredes y transformaron lo que había sido un modelo de cuadra en una hermosa vivienda. El espacio que hoy ocupan la cocina, el porche y el jardín había sido en tiempos la corte en la que encerraba las ovejas el tío Andrés.

Tuta y Sinda tenían a la izquierda de su casa una portalada y encima una tenada. Pili ha convertido la portalada en garaje y la tenada en habitaciones.

 

Al lado de su casa, la tía Eugenia tenía un portalón y la hornera. Aprovechando la mitad de éstos, Seni ha construido su casa.

En la fotografía de la izquierda se puede ver la cuadra de techo de la tia Baltasara y el tio Juan el día 5 de Mayo de 1957, en una fotografía de Jose Ramón Lueje. En el año 1958 Patricio y Esperanza tiraron la cuadra antigua y contruyeron la actual que usaron hasta la muerte de Patricio en 1965. La cuadra hoy es propiedad de Maria Esperanza Gómez.

 

En la que en su día fue la casa del tío Epifanio, vivieron después Palmira y Venancio. En ella nacieron casi todos sus hijos, excepto la hija más joven. Años más tarde fue adquirida por Antonio el panadero y prestó servicio como corte de ovejas y gallinero hasta que Maxi levantó allí su vivienda.

 

En esta foto del año 1942, se aprecia que por entonces Petronila y Rafael tenían una cuadra, pero todavía no habían levantado la casa.

 

Doce años después, esta foto de 1954 muestra que en el espacio que quedaba entre la antigua cuadra y la calle construyeron su casa la tia Petronila y el tio Rafael.

 

En las fotos en color, vemos como Paulina y Sasi han convertido la antigua y estrecha portalada en un porche y han transformado la cuadra en una bonita casa.

En la casa en la que vivieron en tiempos la tía Domitila y Romanín, y en el solar en el que estuvo la casa y la hornera de la tía Arsenia, se levantan ahora las casas de Cristina y Ángel y Aída y Luis.

Tremenda la transformación sufrida por aquellas cuadras del Oterín en las que encerraban sus vacas el tío Matías y Vidal y sobre las que Juan y Telvina construyeron su casa. Lo que hoy es vivienda fue un su día la corte de Ángel y Patricia (mis bisabuelos) que la habían heredado de la tía Argollana. En aquellos tiempos le llamaban “la cabrera”. Con el tiempo la cuadra pasó por herencia a Pilar y Carolina (mi abuela) que se la vendieron a Eleuterio y Arsenia, padres de Telvina. Entre la cuadra y la calle también había una portalada.

Detrás de la panadería, en lo que hace muchos años fue la cuadra de Rogelia, Toñi ha edificado su casa. Seguro que en alguna parte de su jardín las flores crecen con más fuerza porque durante muchos años allí estuvo el montón del abono.

 

Al lado de la panadería, Sofía y Pascual tenían casa y cuadra que conservaron durante mucho tiempo con el techo de paja. Salomé y Manolo tiraron la casa y en el espacio donde había estado la cuadra construyeron una bonita vivienda.

La que hoy es casa de Humildad también conservó durante bastante tiempo el techo de paja. En la parte posterior de la vivienda había una cuadra que hoy está integrada en la casa. Allí vivieron algún tiempo Carmen y Vicente.

La cuadra de Antón desde la casa de Epifania La cuadra de Antón vista desde la plaza

Cuesta trabajo creer que aquella cuadra que Antón y Adoración tenían al lado de la iglesia se podría convertir en la hermosa casa que Conce y Ceto allí han construido.

Aquella cuadra tenía además la portalada más concurrida de todo el pueblo, ya que en ella nos refugiábamos durante los recreos del invierno y los días de lluvia todos los chavales de la escuela.

Desde aquí el recuerdo y gratitud para Antón y Adoración que nunca pusieron el menor obstáculo para que varias generaciones de rapaces de Acebedo utilizáramos a diario su portalada en la que seguro que perpetramos algún que otro destrozo.

La Taberna de Moe que con tanto acierto regentan Olga y Álvaro, nunca fue portalada, ni hornera ni cuadra, aunque sí tuvo mucha relación con las vacas. También es muy posible que muchos de los clientes de este establecimiento no sepan que lo que ahora es bar, fue en su día la Lechería. No es broma, este edificio no se hizo pensando en vinos, tapas, cafés o cubatas, sino que su destino sólo estaba relacionado con la leche.

La lechería era el lugar en el que todos los vecinos del pueblo entregaban cada mañana la producción de leche de sus vacas, que luego era recogida por la empresa láctea con la que la Junta de Ganaderos tuviera pactada la venta. Durante muchos años, Federico fue la persona encargada de controlar todo lo relacionado con la lechería. Siempre de buen humor (y eso que madrugaba), con una gran dosis de paciencia y un trato exquisito.

El espacio que había entre la lechería y las escuelas lo compartían el río y las ortigas. En esta zona el río estaba descubierto y su cauce pasaba pegado a la lechería y desde el río hasta la pared de las escuelas no había otra cosa que piedras y ortigas.

Si se va la luz y la oscuridad me pilla en lo que fue cuadra de mis padres y ahora casa de mi hermana Adelia, que nadie espere que yo busque una vela. Como todavía no me he acostumbrado, en la oscuridad y en la memoria sigo viendo los pesebres en los que comían la Cachorra y la Tudesca en el mismo sitio en el que ahora está la mesa del comedor; sigo ubicando a la Nekly y a la Magita donde ahora está el baño, y en la zona en la que atábamos a las novillas ahora hay una chimenea. Donde estaba el depósito que regulaba el nivel del agua de los bebederos, ahora me encuentro una lámpara, y si duermo en la habitación de la planta baja, lo hago en el mismo sitio donde hace tiempo dormían las añojas.

Si la casualidad hace que el apagón me pille en la tenada, que era un espacio despejado, sin obstáculos ni ventanas, los problemas son todavía mayores. Donde no había nada, ahora hay escaleras que suben y bajan, tabiques, habitaciones, baños, armarios, ventanas… Voy a tener que aprenderme el plano de memoria si no quiero bajar rodando por las escaleras algún día.

Supongo que acostumbrarse será cuestión de tiempo. En ello estoy.

Ángel Cimadevilla Díez

León, 19 de marzo de 2010