BARRIO ARRIBA

La continua disminución del número de habitantes que experimentó Acebedo a partir del año 1950, trajo como consecuencia lógica el que muchas de las viviendas se hayan quedando vacías la mayor parte del año y sólo sean ocupadas por sus propietarios durante unos pocos días en verano. Esta disminución está perfectamente documentada en el padrón del Municipio que, de los 852 habitantes registrados en 1950, ha pasado a los 269 que figuran en el padrón de 2008. Cifra, esta última que sigue siendo exagerada a tenor de los habitantes regulares del pueblo durante todo el año. La cifra real está en torno a los 65 habitantes, todo un logro si con el resto de ocupación invernal en los pueblos de nuestro entorno la comparamos.

Aunque son muchas las casas nuevas que se han construido a lo largo de los últimos treinta años, en lo que Acebedo ha destacado con respecto a otros pueblos del entorno, es en el reciclaje de edificios, especialmente en la transformación en viviendas de construcciones que anteriormente habían sido cuadras.

 

Son numerosas las cuadras y cortes que se han convertido en viviendas, las portaladas que han pasado a ser garajes, las horneras que hacen de salones o merenderos, los hornos en los que antes se cocía el pan y que ahora ven limitado su uso al de simple leñero en el que poner a buen recaudo la leña para que no se moje. En muchos casos, la obra ha consistido en agregar a la vivienda que ya existía, el edificio anexo que anteriormente había estado destinado a cuadra o portalada.

En 1969 no se había hecho aún el tramo de carretera que va desde el Puente Grande hasta detrás de la Mata San Juan y el poco tráfico que había tenía que cruzar el puente y pasar por El Cruce para entrar en Acebedo o continuar hacia La Uña por la Varga arriba. Por eso se hacían necesarios en El Cruce esos indicadores que dirigen hacia la derecha a los coches que quieran ir para Oviedo y el Puerto de Tarna.

Juana y Albino tienen al lado de su casa un portalón con un piso de madera que separa la parte baja y da utilidad como pajar al piso superior. La cuadra tiene un ventanuco cerca del cumbre y una ventana que mira al norte por donde se tiraba el abono. La tenada tenía el boquero por la parte de la derecha. Como a continuación de la cuadra comienza la cuesta y esa parte está bastante más elevada, ese boquero tenía la ventaja de que para meter la hierba en la tenada desde el carro, en vez de pujar con la horca hacia arriba, bastaba con empujar la hierba hacia abajo.

Años más tarde, Conchita y Víctor quitaron el tejado, elevaron las paredes y en el lugar que ocupaba el portalón y la cuadra construyeron una hermosa y amplia vivienda.

En esta fachada también se han producido algunos cambios. Durante mucho tiempo esta fue la fachada de la cuadra de Elisa y Julio. Ha desaparecido el boquero y se han tapiado las que en su tiempo fueron las puertas de la cuadra y de la corte. La parte en la que en tiempos estuvo la tenada se ha convertido en vivienda y en la cuadra hay ahora un garaje.

A juzgar por los diferentes materiales utilizados en sus tejados, Sinda y Marcos hicieron primero una cuadra, a la que posteriormente adosaron una portalada. Una mitad de la pared que soportaba la portalada se había construido de piedra y la otra estaba hecha con grandes tablas de roble.

Aprovechando las paredes que se conservaban, Angelines y Eugenio están construyendo una excelente casa en el espacio que ocupaban la cuadra y la portalada.

 

En la calle que llevaba a las Eras (ahora al polideportivo), Ángela y Teyo tenían su casa y pegada a la misma estaba la cuadra, que se comunicaba internamente con la casa a través de un postigo.

La dueña de la casa se llamaba Ángela y era hermana de Domitila, la madre de Romanín. Teyo era natural de la zona de Prioro. Fue pastor trashumante hasta que acabó convirtiéndose al sedentarismo y se estableció de forma definitiva en Acebedo, con sus vacas, sus ovejas, sus cerdos, sus gallinas...

Hacia la mitad de la década de los años 30 del siglo pasado se produjo un deshielo muy rápido cuando en la montaña todavía había una gran cantidad de nieve. Como consecuencia de esto, se desbordaron todos los ríos. El río Cargoso cogió tal cantidad de agua que se llevó por delante los dos puentes de madera que lo cruzaban: El puente Cargoso y el puente Amea.

 

Al desaparecer el puente Amea, el barrio del Parchel quedó aislado y, hasta que se pudieron poner unos tablones para cruzar el río, la comunicación se hizo mediante unas sogas que lo cruzaban de un lado a otro.

 

La casa y la cuadra de Ángela y Teyo, como eran las más próximas al río (las de Romanín y Charo no existían) fueron las más afectadas por la inundación. Hubo que desalojar la casa y la cuadra. Mi padre contaba que la altura del agua superaba ya el medio metro cuando entró a caballo en la cuadra a rescatar al gocho. Cuando el cerdo ya estaba a salvo volvió a entrar otra vez con el caballo por la puerta de la casa a coger dos corderos que habían pasado por el “postigo” de la cuadra a la casa y se habían parapetado encima de la trébede de la cocina.

 

Aprovechando las paredes de lo que en tiempos fue la casa y la cuadra de Ángela y Teyo, Olga y Álvaro han construido su casa.

 

Casa y cuadra del tío Marcos. El tío Marcos entre la puerta de su casa y la de la cuadra

El tío Marcos también tenía una pequeña cuadra al lado de su casa. Aunque hace ya muchos años que en la parte inferior, donde estaba la cuadra, construyeron un baño y convirtieron en ventana lo que anteriormente había sido la puerta de la cuadra. Sin embargo, la parte superior no se modificó y continuó conservando el boquero de la tenada.

 

En el año 2006 Isabel y Posi compraron lo que había sido la casa y la cuadra de Sinda y Marcos y construyeron la hermosa casa que se puede apreciar en la foto de arriba.

 

Petra y Emiliano también convirtieron en vivienda lo que en tiempos había sido una cuadra; en la parte baja de la portalada hicieron un porche y en la zona alta construyeron una hermosa terraza.

A la derecha de su casa, Tea y Dacio tenían una portalada y, encima de ella, un pajar. Nati y Toño han transformado la portalada en garaje y el pajar ha pasado a integrarse en la vivienda.

 

La casa y la cuadra de Florenta y Honorato eran dos edificios de diferentes alturas. El de la derecha era más bajo y en él se ubicaba la vivienda que tenía dos plantas y desván. Unido a la vivienda por su izquierda se levantaba un edificio un poco más alto en el que abajo estaba la cuadra y arriba la tenada. La parte frontal de este edificio estaba cubierta con una portalada en la que se guardaba el carro y otros aperos de labranza.

 

Poco después de comprarla, Esther y Chuchi construyeron su casa en lo que anteriormente había sido la cuadra. Esta obra consistió en la eliminación de la portalada, el vaciado total del interior de la cuadra y su adecuación como vivienda. No se modificó su altura ni se cambió el tejado. En el verano de 1999, vaciaron completamente lo que había sido la casa de Honorato y, para hacer habitable el bajocubierta, le dieron una altura superior a la que tenía la casa en la que ya vivían.. Posteriormente, quitaron el tejado de la parte que habitaban y subieron las paredes hasta dejar todo el edificio al mismo nivel.

En esta casa, el horno para amasar y la hornera estaban dentro de la vivienda. Después de algún que otro “problemilla”, con hundimiento incluido, Esther y Chuchi lograron reconstruir el horno e integrarlo como chimenea en el salón de su casa rural.

 

Limpiaron las piedras de las paredes, plantaron hierba y algunos arbustos en el corral, unos tiestos con petunias en las ventanas, otras flores en el jardín y el resultado ahí está. Sobresaliente.

 

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