Hasta bien avanzado el siglo XX, la mayor preocupación de nuestros antepasados la constituyó la organización de la colectividad en la que vivían; también la ordenación de su territorio con el mayor aprovechamiento posible, de forma que les permitiera la obtención de los medios básicos para la subsistencia. La lejanía de grandes núcleos de población, la falta de medios de transporte, la inexistencia de mercados y la carencia de medios económicos contribuyeron a desarrollar una comunidad que necesitaba imperiosamente ser autosuficiente. Esta necesidad de no depender de otros para subsistir queda patente en numerosos artículos de las “Ordenanzas y capitulaciones por donde se han de regir y gobernar los vecinos de la Villa de Acebedo” del año 1623, pero que contenían “usanzas y capitulaciones que en la Villa habían sido costumbre de tiempo inmemorial” . Estas ordenanzas fueron nuevamente actualizadas y puestas al día en el año 1817.
Las Ordenanzas no sólo recogían normas de obligado cumplimiento para facilitar la convivencia, sino que también contenían “consejos” acerca de la conveniencia y sobre determinadas actividades tendentes a proporcionar medios que facilitasen el sustento. Cuando no se disponía de tierras propias, incluso se autorizaba a utilizar terreno común para hacer huerto. A continuación se recoge una pequeña muestra de su contenido:
“Item ordenamos y mandamos, atendiendo que de no sembrar pan y legumbres viene mucho perjuicio a los vecinos…, y así mandamos y ordenamos que cualquier vecino tenga obligación de sembrar una carga de todo pan, y la viuda media…”.
Primera página de las Ordenanzas de Acebedo del año 1623
“…que los vecinos de la dicha villa tengan obligación de tener huerto y nabar…”. Si las Ordenanzas hubieran sido redactadas en el siglo XX, seguro que en este apartado habrían establecido la obligación de tener “patatal”, en lugar de “nabar”. Sin embargo, en el año 1623, en España la patata era una auténtica desconocida y en la montaña no se introdujo su cultivo hasta la segunda mitad del siglo XIX. Luego tuvo tanto éxito que se convirtió en un producto básico en la alimentación de la población de la montaña leonesa hasta no hace muchos años.
“…atendiendo a que hay algunos vecinos que no tienen huerto donde poder sembrar sus hortalizas, ordenamos y mandamos que de aquí adelante el que no tuviere heredad suya propia donde hacer huerto lo pueda hacer en el exido concejil…”.
“…de aquí adelante para siempre jamás cada un vecino que fuere desta Villa tenga obligación de tener su corral bien cerrado, de forma que no le salgan sus ganados a hacer daño a panes y prados…”.
“…la justicia y regimiento en cada año procuren que haya carnecería… de vaca o machorra, carnero u castrón…”.
“… ordenamos y mandamos que el tabernero… haya de dar fiado a los vecinos… hasta una cántara de vino…”.
“… atendiendo a los inconvenientes de que se asienten las nueras delante de las suegras en la iglesia… mandamos que de aquí adelante ninguna persona asiente delante de sí a su hijo u hija u nuera…”.
“… de que todos los viernes de cuaresma hagan aderezar puentes y los caminos de la dicha villa…”.
“… los pastores que hayan de guardar las vacas de leche haigan de ser mayores de doce y diez y seis años siendo varones, y siendo hembras, mayores de catorce y diez y ocho…”.
“… la justicia y regimiento, cada uno en su tiempo, hagan y tengan cuidado de visitar las piérgolas y hornos, por el daño que puede resultar de no lo hacer y peligro del fuego a esta villa…”.
“… los jurados de piérgolas y hornos las registrarán cuatro veces al año y apercibirán a todo el que tenga mal reparada la piergol y el horno que amenace peligro…”.
La compuerta de La Presa , el puente Molín de Cano y la Fábrica de la Luz
“… atento ha sido costumbre de tiempo inmemorial, que el primero de mayo de cada un año se nombren mayordomos de la iglesia parroquial de la dicha villa y de la ermita de Señor Santiago y de la ermita de Señor San Roque y de las demás ermitas de la dicha villa… y el mayordomo que fuere nombrado de la iglesia parroquial haya de convidar al Concejo con una cántara de vino, y el de señor Santiago con dos cántaras y el de Señor San Roque con media cántara…”. En las Ordenanzas y otros documentos se hace referencia a la existencia en Acebedo de la ermita de la Virgen de la Puente , que estaba en el Llano la Virgen , cerca del puente Los Sapos (hasta no hace muchos años se apreciaban sus restos); la ermita de San Pedro estaba en el Prao San Pedro; la de San Juan estaba detrás de la Mata San Juan, camino de la Vegas ; en la Vega Santiago , entre la Casillina y el Ontrón, estaba la ermita de Santiago (todavía se aprecia algún resto justo donde se acaba el camino); y la ermita de San Roque que se desconoce el lugar en el que se levantaba.
“… se declaran por vaos de arbejos los siguientes: Tras la Virgen , un año se sembrarán desde el camino de la Pandiella hasta el Prao San Pedro y Torazo; otro año, desde dicho camino de la Pandiella hasta el Pozo, con la Vega Lloso y Bustande; y los años que correspondan en Cargoso, se sembrará un año en Solarriba y Cosalines y otro año en Cargoso…”.
“… los regidores… tendrán el orden de tocar a Concejo según costumbre, bajo la regla que tocado sea arriba, enseguida toquen abajo inmediatamente, y el último pique sea para recontar dando lugar de un pique a otro lo que se considere necesario para venir los del barrio más lejos…”.
“… todos los años el día nueve de mayo, según costumbre antigua, se hagan veceras de los ganados de todas las especies…”.
“Todo ganado que en el día nueve de mayo se hallare en el pueblo ha de reconocer la vecera que le corresponda…”.
“En el día de San Andres de cada año se desatarán las veceras del pueblo y se harán veceras de barrio…”.
“Es señor Cura que es y en adelante fuere de esta villa no será obligado a guardar en la vecera un par de bueyes de labranza, si los tuviere, ni tampoco los cerdos ni la caballería de silla… y de este privilegio no gozará ningún otro vecino”.
“El juez que es y fuere no guardará la vecera de los cerdos…”. ¿?
Vecera de las vacas paridas debajo de La Matica
“… la vecera de la Cabaña … el año de vacío en Cargoso tendrá la majada en La Quintana hasta el día primero de San Juan, y en este día se mudará a la majada de la Recuajada hasta el día de San Pedro, y en este día pasarán a la de los Acebales y en el de San Miguel a la majada de las Eras Llaguntas, en cuyos sitios será de cuenta del Concejo hacer una choza…, y el particular que derribe o queme alguna de ellas será de su cuenta volver a hacerla y además pagará de pena doce reales…”. Algunos que yo conozco todavía deben los doce reales por haber quemado el chozo de Los Hoyos. Teniendo en cuenta que los “culpables” eran muchos, tampoco les hubiera salido tan caro el haber pagado la pena a escote.
“Habrá todos los años un cerdo semental… será señalado por los regidores el primer domingo de agosto de cada un año. Este señalamiento haya de recaer en la cría del pueblo que naciere desde el primer día de marzo hasta el dicho primero de agosto, y señalado que sea, den cuenta de quien es el cerdo semental…y el que tuviese el cerdo, le dará la Villa cuarenta reales por razón de quiebras…”.
Construyendo el chozo de Peñalavela (1956)
Normas parecidas establecían la forma de elegir un toro semental, cuatro o seis carneros sementales, dos novillos sementales, uno que iba con las vacas paridas y otro con las vacas duendas y al año siguiente los dos con la cabaña.
“La presa molinera se limpiará todos los años el día de San Miguel… en la fuente molinera y fuente del pueblo no se lavará ninguna ropa de enfermos, sea la enfermedad que fuere… Y para lavar la demás ropa se señala por lavadero desde San Miguel a mayo, encima del molino del Roxo, no pasando del pontón que está embajo del molino… por conocer que en el lavadero antiguo quita el sol la Casa de Concejo. Y desde mayo a San Miguel laven por bajo del puente del medio del pueblo…”. Esta normativa en cuanto a los lugares del río habilitados para lavar la ropa estaba motivada porque en aquel tiempo se cogía el agua del río para beber y cocinar. Una vez que se instaló el “agua corriente” en las casas, se habilitó todo el río para hacer la colada.
“En el día de San Miguel de cada un año se nombrarán mesegueros (guardas del campo) ,… y el que tomase meseguería por otro ha de ser persona capaz de juramento, y no deberá admitirse ninguna mujer…”.
“A cualesquiera vecino o viuda que se le perdiere alguna res de labranza, se le abonará de Concejo veinte reales por razón de quiebras”.
“… ordenamos, mandamos y declaramos que cualquier vecino que tuviere necesidad de una camba de arado o yugo u esteva de arado, la pueda cortar en las cotas sin pena alguna, excepto en la Cot a Real ”.
Lavando en la presa
Así, aunque el monte estaba “coto”, estaba regulado que la persona que construía casa o cuadra en la villa, tenía derecho a cortar en el monte la madera necesaria para la edificación. Igualmente, se podía cortar la madera necesaria para la construcción de aperos de labranza para uso propio, así como una cantidad de madera estipulada para la elaboración de aperos que luego se vendían generalmente en Tierra de Campos.
“… en razón de cortar maderas para piérgoles… ordenaron que desde aquí adelante para siempre jamás se le de a cualquier vecino que hiciere casa nueva seis pies de haya en el monte Cotado…” . Piérgola era una especie de entramado cuadrado de madera que colgaba del techo sobre el espacio del centro de la cocina donde se hacía fuego y evitaba que los chispazos de la lumbre incendiaran la casa.
Maderos de los que se obtuvieron las tablas con las que se hicieron las escaleras de la torre y el armazón que protege las pesas del reloj |
“… y asimismo pueda cortar otro pie para prezuelo hasta el arroyo que baja del Prao Maraña…”. El prezuelo era una pieza gruesa de madera (el tronco de un haya) que se apoyaba en el centro de la casa y ascendía hasta el tejado para sujetar el cumbre.
“Ningún vecino será osado de llevar maderas a vender de los montes de esta Villa, del río grande para acá, y de los del río para allá podrá llevar veinte y cuatro cambas al año y en los demás montes calvos podrá cualquiera cortar para hacer y vender dos pares de ruedas al año…”.
“Se declaran por montes cotos el Monte Cotado, la Carba de la Quintana , la Cota Real y la Carba del Hoyo en donde no se cortará ningún pie más que en la forma que aquí se dirá…en el Monte cotado se darán dos pies de haya en cada año a todo vecino o viuda que tenga labranza…Y en atención al roble, se declara que todo vecino que necesite algún combral o predija, lo pueda cortar en el Monte Cotado o en el monte donde se encuentre…Y en atención a las demás maderas como son aspras y ratas, serán de haya, y las ratas en los montes calvos. Y en cuanto a los pisos y tillados de cuartos y portales, se concede de haya… vista la necesidad que tiene de la obra… y si alguno quisiese hacer alguna obra con madera de roble, no se le concederán sin que primero haga obligación de plantar y dar seguros por cada pie que corte, los mismos que manda la ordenanza real…”.
El tío Camilo y Viyo: dos generaciones de expertos armando tejados
Aunque no he encontrado en las Ordenanzas de Acebedo ninguna referencia, seguro que en alguna parte estaba recogida la norma que establecía la obligación de colaborar con el vecino que construía casa nueva. En las ordenanzas de los pueblos próximos sí que se recoge normativa expresa a este tema. Así en las Ordenanzas de Liegos de 1803 se dice: “Se ordena que edificando casa habitación algún vecino, todos los demás que tengan pareja de bueyes o de vacas duendas le aporten a pie de obra dos carros de piedra de Monte y una de Río y otro de arena…” . En 1742, las Ordenanzas de la Uña recogen: “… mandamos que el vecino que hiciese casa nueva, pidiendo la madera al Concejo y se la deban de dar… y cada vecino deba traerle dos carros de piedra y uno de arena y entre cada dos vecinos un madero…” .
A mediados del siglo XVIII en los aproximadamente quince mil lugares de que constaba la Corona de Castilla se realizó una minuciosa “averiguación” en la que las autoridades locales, ayudadas por peritos contestan a un cuestionario impreso, el llamado Interrogatorio, que consta de 40 preguntas sobre el nombre, límites, jurisdicción, fuentes de riqueza de los vecinos y el concejo, incluyendo campos, casas, cultivos, ganadería, comercio e industria, y número de contribuyentes. Este interrogatorio al que están obligados a contestar, bajo juramento, las justicias y demás autoridades de cada pueblo, es lo que hoy conocemos bajo la denominación de Catastro del Marqués de la Ensenada.
Como muestra el documento anterior, este interrogatorio se llevó a cabo en Acebedo el día dos de agosto del año 1753 y a las cuarenta preguntas contestaron Antonio Suárez (párroco), Joseph García (juez), Juan Castaño (alcalde), Manuel Díez y Luis Theresa (regidores) junto con Lorenzo Castaño, Francisco Suárez, Santiago Castaño y Francisco de Theresa.
Primera página de las Respuestas Generales de las autoridades de Acebedo a las preguntas del Catastro del Marqués de la Ensenada
Una a una y bajo juramento (excepto el señor cura) fueron respondiendo a todas las preguntas que les formularon y que son una magnífica radiografía de la vida de nuestro pueblo en aquella época.
La pregunta vigésima primera se formulaba en los términos “de qué número de vecinos se compone la población y cuántos en las casas de campo o alquerías” . Según la respuesta de nuestros antepasados, en 1753 la villa de Acebedo tenía setenta y cuatro vecinos y quince residentes y ninguno vivía en casa de campo ni alquería porque no las había.
En la vigésimo segunda pregunta se interpelaba acerca de “Cuántas casas habrá en el pueblo, qué número de inhabitables, cuántas arruinadas; y si es de señorío, explicar si tienen cada una alguna carga que pague al dueño por el establecimiento del suelo, y cuánto” . En este tema nuestros tatarabuelos dejaron constancia de que en aquella fecha había en Acebedo ochenta y ocho casas “habitables”, una casa pajar y veintiséis “hórreos”.
Entre los años 1845 y 1850, Pascual Madoz publica el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico de España y sus Posesiones de Ultramar , en el que se analizan todas las poblaciones de España, con información económica y social de cada una de ellas. Con respecto a la villa de Acebedo, la información que contiene es la siguiente:
ACEBEDO : villa en la provincia y diócesis de León (12 1/2 leguas), partido judicial de Riaño, audiencia territorial capitanía general de Valladolid y ayuntamiento de su nombre; SITUACIÓN a la izq. del río Esla, en un llano dominado por dos elevadas montañas, que la cubren por S. y N; le baten principalmente los vientos N. y O., que hacen su CLIMA frío, pero bastante sano. Tiene 52 CASAS, las más de un solo piso, entre ellas la consistorial y la cárcel, distribuidas en calles irregulares; y una escuela de instrucción primaria, donde se enseña a leer, escribir y la doctrina cristiana. La iglesia parroquial (jurisdicción exenta) está servida por un cura párroco, que provee el obispado de León; Fuera de la población y a muy corta distancia se halla una ermita y el cementerio. Confina el TérmINO por el N. con Lois á 1/2 leguas por el E., a 200 pasos, con Lario, por el S. a 1/4 de leguas con La Uña y por el O. a 3/8 con Maraña: le baña el referido Esla, que trae su origen de la gran peña de Mampodre valle de Yaldosin, situado en los limites de esta provincia con la de Asturias; fertiliza algunos prados y da impulso a 8 molinos harineros; el Terreno participa de monte y llano de mediana calidad, pero abundante de finos pastos. Los Caminos son vecinales y carreteros. PRODUCTOS centeno, titos, nabos, patatas, mucha leña y madera de haya, que llevan á tierra de Campos, en cambio de vino v trigo; cría ganado vacuno, lanar basto y algo de caballar. POBLACIÓN 65 vecinos 280 almas: CONTRIBUCIÓN con el ayuntamiento.
A la vista de esta información, tengo la sensación de que los informadores que facilitaron los datos para el Diccionario Madoz fueron menos rigurosos de lo que lo habían sido los informantes del Catastro del Marqués de la Ensenada. Por una parte no parecen tener muy clara la situación de los puntos cardinales y por otra no me parece muy creíble que en Acebedo hubiera en 1753 ochenta y ocho casas y que en 1845 hubieran disminuido hasta las cincuenta y dos. Tampoco me cuadra que habiendo cincuenta y dos casas haya sesenta y cinco vecinos y que estos sean nueve menos de los que había noventa años antes.
La entrada del diccionario que hace referencia al Ayuntamiento de Acebedo, informa de que en aquellas fechas Maraña formaba parte del ayuntamiento de Acebedo. El contenido completo de esta entrada es el siguiente:
ACEBEDO : ayuntamiento en la provincia y diócesis de León (12 1/2 leguas), partido judicial de Riaño, audiencia territorial y capitanía general de Valladolid. Se compone de las villas de Acebedo capital, Maraña, Liegos y el lugar de La Uña : tiene un alcalde, cuatro regidores, un síndico y un secretario. El TÉRMINO lo baña el río Esla y los derrames de varías fuentes. El Terreno es montuoso y abundante de piedra de cal, participando también de alguna llanura, aunque poco fértil; tiene mucho arbolado de haya y de otras clases para combustible, bastantes y buenos pastos y una famosa mina de estaño en explotación en la villa de Maraña: PRODUCTOS centeno, titos, nabos, patatas, mucha leña y madera que llevan a vender á tierra de Campos; ganado vacuno, lanar basto, y alguno caballar: POBLACIÓN 196 vecinos; 882 almas. CAPITAL Y PRODUCCIÓN: 1.889,274 reales IMP. 97,013 reales. CONTRIBUCIÓN 15,328 reales 32 maravedís.
El gráfico anterior muestra como ha evolucionado el número de habitantes del Ayuntamiento de Acebedo desde principios del siglo pasado hasta nuestros días. Como se puede apreciar, a partir del año 1950 se produce una fuerte disminución en el número de personas que viven en los tres pueblos que forman el Ayuntamiento, habiéndose estabilizado a partir del año 2000 en cifras próximas a los 270 habitantes.
En Acebedo hace muchos años que desaparecieron los techos de paja. Las casas que tenían estructuras antiguas se fueron rehabilitando con el tiempo y separando la cuadra de la vivienda, los portales se fueron reduciendo de tamaño y al final, desde hace más de veinte años, lo único que se construye en Acebedo son viviendas y raramente necesitan ir al monte a cortar maderas para armar sus tejados. A la vista de esta fotografía podemos asegurar que en el invierno 1944 la práctica totalidad de las casas de Acebedo estaban habitadas. Del mismo modo, raro sería si había alguna cuadra sin vacas, corte sin ovejas o cubil sin cerdo. Durante la mayor parte del día se vería salir humo de todas las chimeneas de las casas y de las horneras, que estarían con los varales combados del peso de los chorizos, morcillas, androjas, orejas y patas.
Vista de Acebedo (1944). J.R. Lueje
Desconozco el año en el que se sacó esta fotografía, pero calculo que data de la década de los años setenta del siglo pasado y en ella se observa que por aquellas fechas aún no se había construido el polideportivo y todavía se araban casi todas las Cortinas y alguna tierra en las Regadas, cerca de Las Eras y en el Cercao.
Acebedo en la década de 1970 a 1980 (¿?)
En el transcurso de los aproximadamente treinta años que separan estas dos fotografías, Acebedo ha experimentado una gran transformación. Observando estas dos imágenes vemos como ha aumentado considerablemente el caserío, pero el número de personas que pasan el invierno en Acebedo disminuye cada año. También son pocas las cuadras que cobijan animales, y muy reducidas las horneras en las que se cuelgan viandas.
Acebedo en 2007
En las pocas cuadras en uso, se recupera el espacio que antes habían ocupado las ovejas y las cabras, y la mayor parte de los vecinos que tienen vacas, o bien tienen ya resuelta su necesidad de cuadra, o lo solucionan arrendando alguna de las muchas que han quedado vacías. Todo esto conduce a que desde hace ya muchos años en el pueblo no se construye ninguna edificación de este tipo.
Todos estos cambios han dado lugar a que en Acebedo, desde hace ya muchos años, todo lo que se construye de nueva planta son viviendas y, en caso de edificar algún tipo de cobijo para los animales, será la caseta del perro.
Con el fin de que se aprecien con más detalle algunos de los cambios, se reproducen las fotografías a un mayor tamaño. Para analizar el gran cambio experimentado por la villa, tomaré como punto de partida el año 1970 y trataré de relacionar las casas de nueva planta que se han construido desde entonces. Desconozco con seguridad el año de construcción de cada una de las viviendas de nuestro pueblo, por lo que seguro que en algún caso estaré equivocado; también es posible que me olvide de alguna, así que me tendréis que disculpar.
Aunque no se aprecia en la primera foto, entre el mesón y la casa de Albino no había ninguna casa, así que no existían las de Mari Carmen, José Mari, Isidoro, Nati, Candelas, Fonsín, Pilar , Pili (la hija de Albino) y posiblemente tampoco la casa de Tino y Maruja . Tampoco se habían construido las casas de Jesús el de Hermógenes, la de Gerardo ni la de Mariano. Aunque aparece en la foto la casa de El Castillo, por la fecha de su construcción también la consideraremos como “nueva”. Tano había hecho la cuadra, pero todavía no había levantado la casa y Charo aún no había realizado ninguna de las dos ampliaciones que ha llevado a cabo en su vivienda.
Casas nuevas a la entrada de Acebedo
En la parte del pueblo que se aprecia en estas fotografías también han aparecido unas cuantas casas nuevas. Enfrente de la casa de Tuta y Sinda, en el solar donde estaba la cuadra que utilizaba el tío Rafael, ha cosntruido casa Acacio. Si os fijáis, en la foto antigua todavía estaba en pié la cuadra y la portalada. Nuevas son las casas de Porfirio (la casa que hay delante de la de Ciriaco), Carmelo, Juanín (la casa del Campellín), María Jesús, Valentín, José Luis, Miguel Angel, Asunción (la casa de madera), Anabel, Teresa, Angel (hijo de Leocadia), Luis Angel, Isabel, Raquel, Alberto, Sarita, Asunción, Conchita, Pelayo y Nacho.
Casas nuevas en Barrio Abajo
Aunque son muchas las viviendas de nueva planta que se han construido a lo largo de estos años, en lo que nuestro pueblo es un ejemplo notable es en el reciclaje de edificios que han caído en desuso; en muchos casos, de ellos apenas sí se aprovechan las cuatro paredes, para rehabilitarlos y transformarlos en edificios útiles, aunque sólo se utilicen unos pocos días al año. Me estoy refiriendo al elevado número de cuadras que en los últimos años se han visto reconvertidas en magníficas viviendas, pero este es tema de otro documento que se publicará en breve en esta página.
Por mucho que he buscado, no he encontrado ningún documento que derogue lo estipulado por las Ordenanzas de Acebedo del año 1623 y, por lo tanto, sigue vigente entre nosotros el capítulo que decía:
“… ordenamos y mandamos que de aquí adelante para siempre jamás ningún vecino ni hijo de vecino ni mujer ni otra persona sea osada de tener palabras ofensivas con otras personas, llamándoles ladrón, cornudo, bellaco, sucio, hereje u semejante a éstas…”.
Me imagino que esto sólo nos obliga entre nosotros y que también para siempre jamás seguiremos siendo libres de llamarle lo que nos apetezca a los de otros pueblos.
Angel Cimadevilla Díez