En Acebedo, como en todos los pueblos de la montaña, en los que sus habitantes tenían una dedicación prácticamente exclusiva a la ganadería, las casas se construyeron a lo largo del tiempo atendiendo a las necesidades y posibilidades de sus dueños, al uso eminentemente ganadero de buena parte de las instalaciones, a las materias primas de que se disponía (piedra, madera y paja) y a las técnicas y conocimientos de construcción de cada momento.
Sin embargo, el tamaño de las casas, la altura de los edificios, las estancias de que se componían y la distribución de estos elementos fue variando con los tiempos. Así, hasta bien avanzado el siglo XIX, las casas de una planta eran el tipo predominante, como señala el Diccionario Madoz (1845-1850) al referirse a Acebedo “…las más de un solo piso” .
Alzados, secciones y plano de una casa de la montaña leonesa (Gonzalo de Cárdenas)
El arquitecto Gonzalo de Cárdenas describe la casa montañesa de la siguiente forma: “emplea planta rectangular, muros de mampostería recibida con barro, mejorados en las esquinas y en la puerta, grande esta, pues ha de servir de ingreso a personas y animales, y unas veces es arco…las ventanas escasas y pequeñas…Sus cubiertas son a dos aguas de rápidas vertientes, no descansando en los muros, sino en pies derechos de madera independientes de ellos. En el eje longitudinal de la vivienda suele haber tres, uno en el centro y otros dos arrimados al exterior de los muros, de madera de haya, llamados “horcas” por la forma en que apean la hilera o cumbrera… en la cumbre apoyan los pares sobre los cuales va un forjado hecho con ramas de roble que se llaman “zarzos”, y encima haces de paja de centeno conocidos como “cuelmos”, y aún sobre estos, sujetándolos, las “aspras”, varales de roble y haya”.
La casa de Humildad Calle de Barrio Abajo. Al fondo, puerta de la Capilla , actualmente tapiada
“El interior se divide por un muro longitudinal, disponiendo la puerta de acceso en uno de los lados mayores, con un portal grande, situándose al fondo la cuadra, el único dormitorio, utilizado por la familia, y la cocina como piezas únicas. La cocina tiene techo de vigas entrecruzadas y encima “tapín”, cuyo objeto es proteger la cubierta contra el incendio que pudieran producir las chispas del hogar, situado en el centro”.
La cocina de una “casa de humo” (no es de Acebedo)
“El humo sale por la ventana y entre ésta y el techo queda un espacio en el que se curan los chorizos y demás productos de la matanza. El horno para cocer el pan ocupa uno de los ángulos. Entre el techo de las habitaciones y los faldones de la cubierta hay un hueco grande que se utiliza para pajar. La habitación más reducida es el dormitorio; las más grandes e importantes el portal y la cuadra”.
Casa de Barrio Arriba en 1957
Al no disponer de chimenea, el humo asciende libremente por las rendijas de las maderas hacia el techo de paja, dando a las maderas de las cocinas un brillante color negro, que ha dado origen al nombre de “casas de humo” con el que son conocidas las viviendas de esta época.
Majando el centeno. Los cuelmos se utilizarán después para techar
Ya me imagino que a muchos de los que leen esto no les salen las cuentas y les parecerá que es un error eso de que la casa tenía una única habitación. Pues no, no es un error. La mayor parte de las casas hasta bien entrado el siglo XX sólo tenían un dormitorio, como mucho dos, en el que dormía toda la familia por numerosa que fuera. En algunos casos los padres dormían en un jergón en la cocina, que era el espacio más caliente, y todos los hijos en la habitación.
La cuadra de Esperanza con un magnífico techo de paja, “techado” seguramente por el tío Epifanio que vivía inmediatamente a la derecha de esta cuadra
En Acebedo todavía hay algunos edificios de este tipo que permanecen en pie en nuestros días. Todos ellos se caracterizan por ser de poca altura y con tejados de pendiente pronunciada. En su interior todos han sufrido importantes reformas para adaptarlos a las necesidades que requieren los tiempos y, en muchos casos, el espacio destinado inicialmente a cuadra se ha transformado en varias habitaciones, cuartos de baños o salas de estar. En otros casos, lo que antiguamente había sido vivienda, ha pasado a hacer funciones de panadería o de corte para las ovejas, o de cuadra. En su parte externa, el cambio más importante ha sido la sustitución del techo de paja por una cubierta de teja, pizarra o uralita. Aprovechando la reforma realizada para cambiar la cubierta de paja, muchas veces se sustituyó también toda la estructura de madera que sujetaba el tejado y se armó de acuerdo a las nuevas técnicas, apoyándolo sobre las cuatro paredes maestras, lo que dio lugar a la desaparición de las “horcas”.
La cuadra de Teófila La panadería de Maxi (antes que panadería fue vivienda)
La casa de Aurita y Albalá. La corte del tío Gracias
La casa de Serafín y Josefa. ha necesitado muchos parches pero ahí sigue. En una de sus fachadas todavía se conserva la “horca” que sujeta el cumbre, adosada a la pared por su parte externa.
La casa de Julia
La casa de Delfín Rosa La casa de Plácido y Herminia (hoy garaje de Julio César)
Con el transcurso del tiempo se fueron resolviendo los problemas técnicos que impedían que las construcciones fuesen más altas; los tejados pasaron a cargar sobre las paredes en lugar de hacerlo sobre pies derechos de madera incrustados en el suelo. Los edificios pasaron de una a dos plantas, con tejados sustentados sobre soleras, tirantes, cabrios, tercias, tijeras, pendolones y cumbre.
La casa de Leonor La cuadra La cocina
La casa de Leonor (hermana de Rosario y de la tía Ramona) es un ejemplo de vivienda edificada en el período de la transición y, aunque en su construcción se emplean ya las nuevas técnicas constructivas que apoyan el tejado sobre las paredes maestras, su interior aún conserva una distribución propia de la antiguas “casas de humo”. La mitad de la casa que mira hacia mediodía era ocupada por las personas y la otra mitad estaba destinada a los animales. La planta baja constaba de portal, cocina y cuadra. Sólo tenía una puerta en el corral, por la que entraban personas y animales. Encima de la cocina y del portal tenía dos habitaciones y encima de la cuadra estaba la tenada. Leonor, su dueña, emigró a Cuba y en esta casa vivieron don Basilio (el maestro) y Benigna hasta que se hicieron las escuelas. Después vivieron allí Albino y Juana.
Armando un tejado
En Acebedo hay varias casas que se construyeron utilizando ya las nuevas técnicas; en otros casos, estas técnicas se usaron para reformar edificios antiguos. Los edificios que sustituyeron a las viviendas de una planta se caracterizan por ser de anchos muros de piedra y sus ventanas siguen siendo pequeñas. En estas nuevas casas cambia notablemente la distribución: la cuadra se independiza totalmente de la vivienda, los animales ya no entran por la misma puerta que las personas, se incrementa notablemente el número de habitaciones, ya no se hace lumbre en el centro de la cocina, y el humo se canaliza hacia el exterior a través de la chimenea.
Casa y cuadra del tío Ricardo. Todavía se conserva el armazón que sujetaba el tejado de la portalada
La casa de Aurelio
En muchos casos se hicieron profundas reformas sobre viejas “casas de humo”, aprovechando únicamente las cuatro paredes, sobre las que se levantó otro piso y se abrieron ventanas.
La casa de la tía Carola
La casa de la tía Carola es una muestra de lo que sucedió con muchas casas en Acebedo. En su origen fue “casa de humo” y constaba de un portal grande, una cocina con piso de tierra y fuego en el centro y dos habitaciones. Antes de hacer la reforma, vivían en ella ocho personas. Allá por la década de los años veinte del siglo pasado, se desmontó el tejado, se recrecieron las cuatro paredes, se armó la cubierta y se distribuyó su interior siguiendo los cánones del momento. Mientras duró la obra, la familia se las “apañaba” por el día en la pequeña hornera que la casa tenía adosada en su parte izquierda y dormían en dos habitaciones que les dejaron sus vecinos Macario y Justa.
Los artífices de todas las construcciones realizadas en Acebedo hasta los años sesenta del siglo pasado fueron los canteros, que se ocupaban de levantar las paredes de piedra sobre las que los “especialistas” en la madera armaban el tejado, para que a continuación vinieran los albañiles que se encargaban de rematar el interior.
Cuadrilla de canteros de Acebedo a la hora de la comida
FIN DE LA PRIMERA PARTE |