El pueblo de Acebedo cuenta con un patrimonio histórico, artístico, etnográfico y cultural de notable valor. Si bien la capilla de la plaza posee un innegable valor artístico, el estandarte del patrimonio se halla en la iglesia parroquial, dedicada a la advocación de San Nicolás de Bari, obispo. Dice Gómez Moreno en su catálogo que «su capilla lleva un cañón apuntado sobre arcos, cuyas molduras descansan en repisas y corresponden al siglo XIV…» La iglesia pudo ser construida en el citado siglo y ampliada en siglos posteriores. Llama la atención una lápida conservada en la misma iglesia, en la capilla lateral izquierda. La lápida tiene una inscripción que reza así: ESTA CAPILLA HIZO FUNDO Y DOTO CON LICENCIA / y precediendo conocimiento de causa, JUAN DIEZ DE RAISECA / rector de esta iglesia, presidiendo en la iglesia de Dios nuestro muy santo Padre / Sisto Quinto y reynando Phelipe 2º…
El Papa Sixto V pontificó de 1585 a 1590 y Fepile II reinó de 1556 a 1598. Por tanto es fácilmente deducible que la iglesia fue construida en el siglo XIV.
No hay datos conocidos de la construcción de la torre exenta, es decir, separada de la construcción principal. Si tenemos datos de la ampliación de la torre, cuya inaguración se produjo en el año 1949 siendo sus benefactores: Joaquín Valbuena del Blanco, Graciano Alvarez Fernández, Fernando Alvarez del Campo y Adolfo Cañón Díez. Una placa debajo del campanario en la fachada norte, les da las gracias. La torre, construida en sillares de piedra caliza, tiene una altura de tres pisos. Destacan en la fachada norte sus campanas de bronce fundidas en una fábrica de Saldaña. Pero el verdadero tesoro se esconde en el último piso y ha sido visto por contados parroquianos: el reloj. Fabricado en Miranda de Ebro, hacia 1940, se puede considerar una verdadera pieza de museo. El sonido de su campana ha orientado durante muchos años a los vecinos del pueblo.
Continua Gómez Moreno diciendo: «…el retablo principal se compone de una parte baja, del siglo XVI, con malas pinturas. El resto es de la segunda mitad del siglo XV, gótico, notable por la talla de su zócalo. Lo más notable en él son ocho tableros pintados, que representan parejas de apóstoles hasta medio cuerpo, con nimbos de oro , paramentos como de brocados y lejanias de campo, y cuatro pasajes de la vida de San Nicolás, destacando sobre oro…» Efectivamente, no se equivocaba Gómez Moreno. El retablo de la Iglesia parroquial es una verdadera joya del gótico, una obra de valor incalculable.
Agradecimiento sincero a DON DOMINGO, párroco desde 1.961, que con su magisterio y conocimientos nos ayuda amablemente a profundizar en su análisis. Según cuenta, está considerado como uno de los más antiguos de la provincia en su estilo. Sus dimensiones son 4,90 metros de ancho por 3,80 de alto. El retablo tenía una finalidad eminentemente didáctica: en lugar de sermones o pláticas, la palabra de Dios se explicaba con una imagen delante. El retablo está dominado por la figura imponente de dos profetas mayores: Zacarías, a la izquierda, y Daniel, a la derecha. Ambas figuras imprimen un gran carácter al conjunto y ambas mantienen en sus manos un libro. Los dos están mirando al centro del retablo. El Padre Tomás, un pozo de sabiduría en asuntos religiosos, considera el ratablo como un apostolado del libro: el libro es una constante en todas las figuras.
En sentido descendente nos encontramos con una hermosa talla en madera policromada que corresponde a San Nicolas de Bari, patrono de la parroquia. La talla es anterior a la Vírgen del Rosario, que está a sus pies, y se podría fechar con seguridad en el siglo XVI. Los pies de San Nicolás descansan sobre una barca. Le acompañan cuatro tablas, dos por cada lado, que hacen referencia a la vida del santo. La primera tabla por la izquierda nos muestra a un donante, que reconociendo la categoría de San Nicolás, se humilla a sus piés mientras toca y besa la túnica del santo. Se aprecian también dos figuras femeninas que están contemplando la escena. La segunda tabla, siempre a la izquierda, se conoce como de «Las tres doncellas». Muestra al santo, con aureola de santidad, y con una moneda de oro en la mano, mientras en la otra sujeta una bolsa con monedas. La escena se desarrolla dentro de una habitación y dos doncellas esperan el dinero que era la dote que tenían que entregar para contraer matrimonio. Esto lo hace el santo durante tres lunes seguidos. De ahí nació la leyenda de las caminatas de San Nicolás, que mucha gente practicaba hasta no hace mucho. La última que recuerda D. Domingo fue Celina del Campo.
Siguiendo a la derecha nos encontramos la tabla que representa la coronación, como arzobispo, de San Nicolás. Se trata de una escena muy solemne, con los rituales propios de la ceremonia y donde el santo es consagrado por cuatro obispos o arzobispos. En la escena se aprecian cuatro obispos, con sus atributos, mitras y báculos, que asisten, como es preceptivo, a la consagración de Nicolás. La cuarta tabla representa un milagro. Tres niños habían sido condenados a morir en una caldera llena de aceite hirviendo. Enterado San Nicolás llega y los salva de aquella muerte tan horrible.
La parte central del retablo es la más valiosa y representa parejas de apóstoles. Estas cuatro tablas fueron pintadas por Nicolás Francés, el mismo artista que pintó el retablo de la catedral de León. Fue traido al pueblo por un canónigo, Juan Gonzalez de Acevedo, sin duda de vacaciones, y aprovechó su estancia para pintar estas cuatro tablas, que, como ya queda dicho, son las más valiosas del retablo. No en vano, fueron realizadas por uno de los más renombrados artistas del gótico.
La primera tabla por la izquierda representa a Santo Tomás y a San Juan, el más joven de los apóstoles. Fondos dorados, dejando entrever el mundo externo: naturaleza, nubes, cielo… La segunda tabla representa a San Mateo y San Pablo. San Mateo aparece escribiendo en su libro con pluma y un objeto que podría ser un tintero o una bolsa de monedas, ya que era cobrador de impuestos y pudiera ser un símbolo que exprese su identidad. Como es el caso de la espada en San Pablo, que impone autoridad, temperamento y esa barba rubia que imprime un carácter especial al conjunto. En la otra mano, como todas las figuras, la biblia.
La siguiente tabla, siguiendo a la derecha, representa a San Pedro y a San Bartolomé. San Pedro, el apostol de más edad, barba blanca y ese mechón de pelo que cae sobre su frente, propio de las personas de su edad, mirada seria, temperamental, túnica verde y capa roja, su símbolo, la llave del cielo y su libro, con cierre metálico. La expresión de su cara despierta una enorme seriedad y fuerza de carácter. San Bartolomé aparce con cadenas, un cuchillo, símbolo de su martirio, su libro y la figura de un demonio, que evoca la tentación, el pecado. La cuarta tabla, última de la derecha, representa a San Andrés y a Santiago. San Andrés, con el símbolo de su muerte, una cruz, murió crucificado, su libro, su barba y el nimbado, esa aureola que aparece sobre su cabeza, símbolo de santidad, que es común también a todas las figuras. Finalmente, la figura de Santiago, con sus símbolos, la concha y el baston de peregrino, y su libro, una constante en todas las figuras.
Es importante destacar también las piezas de madera que enmarcan las figuras. Verdaderas filigranas en madera, rematadas en pan de oro, tanto las piezas horizontales, como las entrecalles o verticales.
La parte inferior, denominada «predela», sirve de base a todo el retablo. Está formada por cuatro tablas principales que dan vida a los cuatro evangelistas: Mateo, Marcos, Lucas y Juan con su símblo y su evangelio. El primero por la izquierda es San Mateo. Su símbolo es el ángel. Va tocado con un gorro frigio, de la región de Frigia. La siguiente figura es San Marcos, con su símbolo, el león, que evoca bravura y en la mano su evangelio. San Lucas es la siguiente figura, que también va tocado con gorro frigio y su símbolo, el toro. En la mano izquierda sujeta su evangelio. El último evangelista es San Juan, con su símbolo, el águila real, que evoca la superioridad sobre las demás aves, haciendo destacar la categoría del evangelio de San Juan.
Las cuatro tablas de los evangelistas están separadas por columnas como si estuvieran sujetando la predela, la base del retablo. Cada una de estas columnas contiene la figura de una vírgen romana, con su simbolismo. La primera por la izquierda es Santa Catalina de Alejandría, Santa Bárbara, con su símbolo que es la columna de la fortaleza donde fue encerrada un cuatro de Diciembre, Santa Agueda que se la invoca como protectora del cáncer de mama, por eso lleva los pechos al descubierto y Santa Lucía, patrona de los ciegos, que aparece con los ojos sobre una copa, símbolo de su martirio. Estas vírgenes romanas tienen mucha tradición en nuestra zona, sobre todo Santa Agueda y Santa Lucía.
La Vírgen del Rosario es una talla policromada del siglo XVI. Es una imagen magnífica con el niño sosteniendo la bola del mundo. La imágen descansa sobre una nube con tres cabezas de ángeles.
El sagrario no pertenece a un estilo definido pero no por ello deja de ser una pieza magnífica, probablemente traida de alguna de las ermitas que hubo por los alrededores. Representa la escena de la crucifixión en un alto relieve: Jesucristo muerto, la figura de su madre y Maria la Magdalena, que acompaña a Maria.
El sagrario está escoltado a ambos lados por dos tallas de madera policromada que representan a San Pedro y a San Pablo, piezas muy valiosas que no desmerecerían en cualquier museo. San Pablo con su espada y a San Pedro le falta el brazo derecho que pudo ser fruto de algún incendio. Estas valiosas imágenes fueron rescatadas a un anticuario que, con toda seguridad habría engañado a Don Daniel. Vecinos del pueblo salieron rápidamente y dieron alcance al pícaro anticuario en Riaño donde consiguieron hacerse de nuevo con los dos apóstoles, para bien del pueblo.
La excelente restauración llevada a cabo en el retablo, en estado terminal, ha permitido recuperar una pieza de un valor incalculable. Es, como mínimo, tan valioso como el retablo de la catedral de León y hay quien opina que aún nuestro retablo supera a aquel. No estaría demás exponerlo al gran público y de esa manera asegurar su conservación y mantenimiento para el futuro. Bastantes peores cosas hemos visto «rascándonos» el bolsillo.