LAS VECERAS

La organización de las veceras dependía de la Junta de Ganaderos y estaba regulada por las Ordenanzas. Algunos temas se decidían de acuerdo con la Junta vecinal, como los terrenos que convenía acotar y la compra de los toros. La administración de los toros corría a cargo de la Junta de Ganaderos. Los prados de Trempasaguas, las Eras, Tras de la Mata San Juan y el Travesero, donde se recogía la hierba para los toros, eran propiedad de la Junta Vecinal que también se encargaba de organizar las hacenderas para recogerla. En los años de poca hierba, también se segaba en El Moruquil.

La organización de las veceras se hacía convocando a concejo, que se celebraba al salir de misa del domingo en La Valleja, junto al pinar. El concejo decidía el día que empezaban la veceras, se delimitaban los terrenos a los que se podía llevar el ganado y se acotaban otros. También se fijaban quienes serían los pastores, que eran los mismos donde había quedado la corrida el año anterior si todavía le quedaba algún día por guardar.

Con excepción de las vacas duendas, en verano todas las demás veceras dormían en el campo y venían a sestear al mediodía al pueblo. Por la tarde volvían a salir al pasto a toque de campana (tocar "al ganao"). Había un primer toque sobre las cuatro y media para las vacas duendas y la cabaña y un cuarto de hora más tarde un segundo toque que marcaba la salida de las vacas paridas y las añojas. El toque se hacía en la campana de la capilla por parte de alguien de la Junta de Ganaderos o personas delegada.

El pastor, su perro y la vecera de las vacas paridas de Barrio Abajo



Aunque las ordenanzas marcaban que las veceras se hacían el nueve de mayo y duraban hasta el día de San Andrés, la verdad es que lo normal era que se hicieran en la segunda quincena de mayo y duraban hasta que ya no hubiera ningún fruto en el campo, normalmente patatas que es lo último que se recogía, alrededor del día del Pilar. La recogida de los frutos en el campo de Acebedo coincidía aproximadamente con los meses se indican a continuación:
• Julio: La hierba
• Agosto: La paja
• Septiembre: El otoño
• Septiembre/Octubre: Las patatas

Con el fin de que a finales de Agosto, el ganado pudiera aprovechar las zonas un poco mas húmedas de los valles, ribones y fincas, las tierras destinadas a la siembra de "la paja" (cebada, centeno, corricasa (trigo), lentejas, arbejos, garbanzos…), se concentraban en una "hoja". En la hoja de "la paja" no se sembraban patatas, en la de las patatas sí se podía sembrar paja.

El terreno del pueblo se dividía en dos "hojas", que se correspondía con las que podríamos llamar zonas Norte y Sur, divididas por una línea imaginaria que iba desde las Eras, por los Altos de la Cerra, Mata Cargoso, Quintana, Curezo y Barajones.

La Vega Santiago era "Zona Mixta", allí se podía sembrar de todo.

Cuando se terminaba de recoger la paja, en la segunda quincena de Agosto, las veceras iban tomando las zonas de fincas. Cuando todo el fruto estaba recogido se echaban LAS DERROTAS que consistían en el alzamiento de todos los cotos, dejando en total libertad a todos los animales (irracionales se entiende) menos a los gochos, quedando "liberados" los pastores, que en este tiempo se dedicaban a otros menesteres como cortar y traer la leña, abonar los prados, arreglar los muros y cierres…

Las Derrotas: Vacas pastando en libertad en los prados de Cosalines



Cuando el invierno tocaba a su fin y aparecían las primeras "terreñeras", generalmente en los ribones de Cargoso, los primeros animales que salían al campo eran las ovejas y las cabras para aprovechar tanto la poca hierba como los garamitos que habían resistido a las heladas.

EL REBAÑEGO



El rebañego no dependía ni de la Junta Vecinal ni de la de Ganaderos. Se trataba de acuerdos entre vecinos para guardar juntos o en corrida el ganado vacuno propio durante la primavera y hasta que se formaban las veceras. Podía llevarse el ganado para los terrenos que no estaban acotados.

La Mata Cargoso: Pasto habitual del Rebañego

 

LAS YEGUAS (Un pastor)



Se juntaban detrás de la Matica, en los Montones, cerca del Puente Molín de Cano.

Yegua detrás de La Matica



En la vecera de las yeguas también iban los potros quincenos y los machos y mulas que no se habían vendido en la feria de San Andrés del año anterior. Se formaba la vecera en enero o febrero, dependiendo del tiempo. Hasta la primavera andaban por La Frecha, Los Pedregales, La Mata la Arenera, Prao Soto, La Caseta... Cuando llegaba la primavera se subían para Guzalvas, y estaban por Los Hoyos, Valle las Arenas Los Acebales, El Coto Las Undias, Varga la Pajarina, Laguna Los Toros, Corral de los Diablos..., es decir, de la loma de los Acebales para allá. A veces pasaban al puerto de Murias, que es de San Cibrian.
A finales de junio o primeros de julio pasaban para Erendia, Llano las Grullas, el Calero, Prao los Tizones, Peñalavela, Prao Requejo, es decir, de la fuente Erendia para arriba. Algunas veces se pasaban para la majada de Peñalavela de Lois.

 

Laguna los Toros



Desde que se llevaban para Guzalvas, dormían allá toda la semana y sólo se traían al pueblo los domingos a las diez de la mañana. Se les daba sal, se aprovechaba para llevar alguna a la parada, para curar alguna que tuviera algún problema, y a las doce o la una volvían otra vez para arriba.

En los potros quincenos solían darse casos de una enfermedad a la que llamábamos "el haba", que era una carnosidad que les crece en la boca, detrás de los dientes y hace que tengan problemas para pacer. Para curarla les poníamos un bocado con un palo grueso que atábamos con dos cuerdas en la parte de arriba de la cabeza para que no cerraran la boca. A continuación, con un hierro al rojo se lo quemábamos y una vez quemado se cortaba. Después se le daban unas friegas con un trapo empapado en un preparado de sal y vinagre, se le quitaba el tronco de la boca y otra vez a la vecera. El mejor cirujano para estas operaciones era el Tío Camilo.

Generalmente iba un pastor solo. Mientras estaban en Guzalvas, se dormía en el chozo de los Acebales, con el pastor de las ovejas y los de los añojos.

Restos del chozo de los Acebales



Cuando las yeguas estaban en Erendia, se dormía al raso en Los Juntanales.
Las yeguas dormían en el campo hasta el día de San Miguel, el 29 de Septiembre. A partir de ese día, si ya se había acabado de sacar las patatas, se podían traer a dormir a casa hasta que echaban las derrotas.

Caballos en El Portillo

 

LOS BURROS Y LOS CABALLOS (Un pastor)



Se juntaban detrás de la Matica.

La vecera de los burros (unos veinte) y los caballos (tres o cuatro) iban juntas. Generalmente no iban a sitios que estuvieran lejos y los caballos iban maneados. Los sitios por los que solían pastar eran la Frecha, la Mata la Arenera, el Prao Villamayor y poco más.

Territorio de las veceras de burros y caballos: La Frecha, Prao Villamayor…

LAS NOVILLAS/LA CABAÑA (Sin vaquero, dos pastores)

Esta vecera no estaba dividida por barrios y salía en la hondonada que había entre la carretera, las Henaras y el Prao de El Mesón. Cuando se encontraba un vaquero, éste la guardaba durante toda la temporada. El vaquero iba todos los días y con él iban dos veceros por corrida y tantos días como animales tuvieran. Generalmente, los vaqueros eran del pueblo, y en estos casos la comida era por su cuenta. Cuando había que alimentar al vaquero, a la corrida de los veceros se les llamaba la de "con pan" y la de "sin pan", porque sólo uno de ellos tenía que poner la comida del vaquero.

Territorio de La Cabaña: Gustande, Recuajada, Arroyo Viñuelas, Campos de María…

Vaqueros de la cabaña fueron el Tío Ricardo, el Tío Quico "el gorín", Aníbal, Tino y Hermógenes. Los sitios por los que pastaban eran del Canto Cuquiello para allá: La Recuajada, Los Campos de María, La Horcada, el Abedular, el monte Manzanilla... No podían entrar en Gustande hasta el día de Santiago.

Caseta de La Recuajada

Desde que se hacía la vecera, dormían en el chozo de la Recuajada, que estaba un poco más arriba de donde está la caseta que hicieron hace unos años. Hasta que empezaban a venir a sestear al pueblo, sobre mediados de junio, dormían allá toda la semana y solo venían al pueblo a dormir los domingos. Una vez que comenzaba a atacar la mosca, venían a sestear al pueblo todos los días y se quedaban siempre a dormir en la majada. Sólo iban para Erendia el día Santiago.

LA AÑOJAS (Dos pastores)
No estaban divididas por barrios y salían debajo del depósito del agua, enfrente de la casa del Tio Epifanio. Cuando desapareció la vecera de los añojos, dormían un poco donde mejor le venía al pastor, en primavera en Peñalavela y después en el Prao Escobio, los Acebales o en la Caseta Nueva, generalmente en esta última.

 

Territorio de las añojas: Laguna los Toros Tras del Coto las Undias, Los Acebales…

Antes de venir a sestear, solo dormían en casa los domingos. Después, venían a sestear y dormían allá todos los días.

LOS AÑOJOS (Dos pastores)

Antiguamente iban los añojos y añojas juntos, aunque más tarde hubo veceras independientes. En los años en los que hubo veceras de añojos y añojas, alternaban sus majadas y pastizales, así los que dormían en el Prao Escobio pastaban desde Los Hoyos hasta la loma del Prao Los Tizones y los que dormían en la Caseta Nueva pastaban los terrenos de Erendia. Cuando iban para Somaraniella venían a dormir a casa.

Majada de Los Hoyos: restos del antiguo chozo y caseta actual

Entre los mejores ejemplares de la vecera de los añojos, la Junta de Ganaderos seleccionaba seis animales que seguían perteneciendo a sus propietarios y que servían en la campaña siguiente como sementales. Al año siguiente, dos de ellos iban con la vecera de las novillas y cuatro con las vacas paridas (dos con las de Barrio Arriba y otros dos con las de Barrio Abajo).
La vecera desapareció unos cuantos años antes que la de las añojas, cuando se dejó de recriar a los machos y se vendían de terneros.

LAS VACAS PARIDAS (Ocho pastores)

Había dos veceras: la de Barrio Arriba y la de Barrio Abajo. Las de Barrio Arriba tenían la salida al lado de la casa del Tío Rafael y las otras en el Oterín, enfrente del Toril y en el Campellín.

El Oterín: salido de las veceras de las vacas paridas de Barrio Abajo y de las ovejas

Antes de venir a sestear dormían en el pueblo todos los días para ordeñarlas y que mamaran los jatos. Cuando empezaban a venir a sestear dormían allá todos los días.

El campo que pastaban era la Frecha, la Mata la Arenera, entre el río Cargoso y el camino de Cosalines hasta Los Pedregales. Desde Los Pedregales, una temporada iban hacia La Cañada, la Quintana, el Espinadal y Barajones, una vecera por arriba (cerca de la cumbre) y otra por abajo (cerca de los prados de Cosalines). Cuando se agotaban estos pastos, iban hacia El Sanche, también separadas. Dormían en Cuestarrasa, las de Barrio Abajo cerca de la fuente y las de Barrio Arriba se quedaban un poco antes, cerca de la entrada de Cuestarrasa.

Por las mañanas se daba una circunstancia muy curiosa, ya que cualquiera que fuese el orden en el que las veceras habían entrado a dormir en Cuestarrasa (a veces entraban a la vez y todas juntas), al amanecer siempre bajaban las veceras separadas. A pesar de que cada año había vacas nuevas, unas por primerizas y otras por "forasteras", rara era la vez que tenías que separar alguna vaca. Curioso también resultaba que la vecera que primero bajaba hacia la Caseta era la de Barrio Abajo, que eran las que más alejadas dormían de la salida.

Territorio de las vaca paridas: Los Pedragales, el Sanche, Cuestarrasa...

 

Territorio de las Vacas paridas: Cosalines, Espinadal…

Se dormía en la caseta de las vacas paridas, al lado del arroyo que baja de Mampodre y a la entrada de Cuestarrasa. En la caseta había dos camas que ocupaban los dos laterales con “colchón” de llatas, escobas y helechos y en cada cama dormían los cuatro pastores de cada vecera, pie contra pie.

Cuando alguna o varias vacas se "empicaban" a las lentejas de Piedrahita o en el caso de vacas a las que apuraba la leche y necesitaba darle de mamar al jato, solián utilizar como vía de escape la Vereda que comunica Cuestarrasa con el Sanche. Cuando esto sucedía, uno de los pastores dormía al raso con una manta en la Vereda. Si la "fugitiva" era de Barrio Abajo, uno de los pastores de esta vecera era el que dormía al aire libre. Si la vaca era de Barrio Arriba, pues mala suerte, ya sabéis de que barrio era el pastor que dormía lejos de la lumbre. El problema surgía cuando había prófugas de los dos barrios, entonces, si las relaciones entre los pastores eran buenas se sorteaba y al día siguiente se turnaba el pastor que dormía a la intemperie y si no se llegaba a un acuerdo razonable pues serían dos los pastores que pasaban frío vigilando la vereda.

Cuestarrasa: al fondo la Vereda

Se guardaban en dos casas, a razón de dos pastores por cada casa y al menos uno de cada casa tenía que ser una persona mayor. En cuanto a la edad que tenían que tener los pastores, las Ordenanzas lo dejaban muy claro, aunque estoy seguro que más de "una" hoy lo considerará discriminatorio: "Los pastores que hayan de guardar las vacas de leche haigan de ser mayores de doce, y diez y seis años, siendo varones, y siendo hembras, mayores de catorce y diez y ocho" (que nadie me mire; me he limitado a copiar textualmente).

Caseta de las vacas parida

Se guardaba un día por cada vaca que echaras a la vecera. Como desde que se pasaba de los Pedregales no había agua, se hicieron bebederos en La Corra. Hace pocos años se hicieron también bebederos aprovechando el agua de la fuente del Pedroso.

Bebiendo a morro en la fuente de Barajones

 

Majada de Cuestarrasa: Restos de chozos y corrales

Las vacas paridas venían a sestear sobre las diez de la mañana, algunas con las ubres bien llenas. Se ordeñaban ó se ponían los jatos a mamar nada más llegaban y se volvía a repetir la operación sobre las cuatro y media de la tarde, antes de que volviera a salir la vecera.

LAS VACAS DUENDAS (Ocho pastores)

Había dos veceras, las de Barrio Arriba y Barrio Abajo y tenían la salida en Trempasaguas, unas más arriba y otras más abajo. Cuando iban para detrás de la Mata San Juan tenían la salida en las Eras. Cuando iban para el Otero Mayo salían en la Valleja y cuando pastaban la Cuesta Rosa y la Pandiella, salían en El Cordel.

Pelea de toros en Trempasaguas

Cada vecino sólo tenía derecho a echar a esta vecera un máximo de dos vacas. Era la vecera de las vacas que se utilizaban para trabajar.

A dormir venían todos los días y cuando atacaba la mosca venían también a sestear. Era una vecera con una cantidad que variaba en función de la temporada en la que se estuviera porque como eran las vacas que se utilizaban para trabajar, si las necesitabas no las podías echar a la vecera.

Vacas en La Valleja

Cuando salían para Trempasaguas, una vecera iba hacia Gustande por el Río Joyo y la otra por encima de Trasdelcastro hasta el Canto Cuquiello. Cuando empezaba a escasear la hierba en aquella parte, se llevaban para Somaraniella y después para el Otero Mayor y el Moruquil.
Venían a sestear sobre las once de la mañana. Se ordeñaban antes de salir al pasto, entre las seis y seis y media de la mañana y se volvían a ordeñar otra vez por la noche, sobre las diez.

LOS JATOS (Dos pastores)

Había una sola vecera para todo el pueblo y la salida estaba en la reguera de La Valleja, debajo del cementerio.
Los dueños eran los encargados de vezarlos, es decir, enseñarlos a pacer, acostumbrarlos a estar juntos con otros terneros y desbravarlos porque los primeros días estaban casi todo el tiempo saltando y al menor descuido se escapaban. Normalmente se vezaban en la Valleja y en el Colladín.

Territorio de los jatos: Otero Mayor, Colladín, Cascariella, Prao Salguera, Moruquil…


Una vez que ya estaban vezados comenzaba la vecera que andaban por lo que llamamos la Vecerrera, es decir, el Otero Mayor, La Tejera, el Prao Fea, el Llomballao, el Colladín, el Valladal y la Cascariella. Después de recogida la hierba podían ir al Prao Salguera y al Moruquil.

LAS OVEJAS (Un pastor y perro. Dos en periodos de paridera y cuando se juntaban con los corderos)
Las ovejas salían en el Oterín, desde la casa del médico hasta la casa del tío Epifanio. Una vecera para todo el pueblo y durante todo el año, con un pastor contratado por la Junta de Ganaderos, que era la encargada de recaudar el dinero necesario entre los vecinos, en función del número de ovejas que tuviera cada uno. El pastor tenía un sueldo y se le dejaba tener unas ocho o diez ovejas.

Había una corrida con la comida del pastor, en función de las ovejas que tenías y a razón de un día por cada dos ovejas y otra corrida con la alimentación del perro. Cuando las ovejas dormían en el campo, la comida del pastor y del perro había que llevársela a la majada.

Grupo de personas que arreglaron el chozo de Peñalavela en la primavera de 1956

 

Restos del chozo y corral de Peñalavela

Durante un tiempo la majada de las ovejas estuvo en los Acebales y se arrendaba a las merinas la majada de Peñalavela. Después, cuando empezó a haber mucho ganado en el pueblo se acordó dejar de arrendar a las merinas Peñalavela y pasó a ser majada de las ovejas del pueblo. Para aprovechar los pastos de la Pandona, Los Frailes y El Portillo, se hacía un chozo en El Portillo (en la parte alta de la Pandona). Cuando se acababan estos pastos, la vecera volvía otra vez a Peñalavela hasta Santiago que empezaban a dormir en el corral de la Caseta Nueva.

La caseta nueva y el corral

Las ovejas comenzaban a dormir en el campo aproximadamente a primeros de junio y sólo venían al pueblo los domingos por la tarde. A partir del día San Miguel (29 de Septiembre) venían a dormir al pueblo todos los días.

Durante el tiempo que duraba la paridera, por el mes de marzo, con el pastor de las ovejas iba un vecero, que ayudaba al pastor a traer los corderos de las ovejas paridas, ya que había días que parían cinco o seis.

El pastor tenía casa en Acevedo, donde vivía los días de invierno cuando no podían salir las ovejas y dormía durante el tiempo en el que la vecera venía a dormir al pueblo.

Pastor de las ovejas fue el Tío Ricardo, luego hubo un pastor que estuvo dos o tres años, que la gente decía que tenía dos estómagos, porque comía mucho. El último pastor que hubo fue Ángel, que soñaba con ser empresario minero y decía haber encontrado una mina de carbón en Peña Mediana, un poco mas allá de la Varga la Pajarina, donde se junta el arroyo de los Acebales con el que viene del Valle de Las Arenas. Con el tiempo, a este punto se le comenzó a llamar la Mina del Ovejero.

Cuando se dejó de contratar pastor, las ovejas las guardaban los dueños por corrida y a razón de un día por cada dos ovejas.

Fuente de Peñalavela

Había muchos vecinos a los que no les gustaba nada tener que dormir con las ovejas en Peñalavela porque estaba muy lejos del pueblo, por lo que raro era el año que alguien no le pegaba fuego al chozo para así comenzar a dormir en la Caseta Nueva que estaba mucho más cerca. A la primavera siguiente se volvía a hacer otra vez el chozo y así hasta que alguien volvía a darle candela.

LOS CARNEROS /LOS MACHOS DE LAS CABRAS (Un pastor)
Los carneros que la Junta de Ganaderos seleccionaba entre los corderos para sementales de la vecera de las ovejas, tenían su vecera aparte y solían pasar el verano por el Cordel, el río Joyo y Gustande.

Se juntaban con la vecera de las ovejas a mediados de septiembre.

Los machos cabríos iban juntos con los carneros, pero no hacían buenas migas y siempre andaban a su aire. Algunos años se mandaban a alguna majada con las merinas, al Recacabiello, Murias o Peñalavela de Lois. No se llevaban a la majada de Peñalavela de Acevedo ni a la de los Hoyos porque se juntaban con las cabras.

Esta era una vecera de "alto riesgo" para el pastor, pues siempre había ejemplares que "mochaban" y raro será el rapaz que siendo pastor de esta vecera no haya sido embestido por alguno de estos cornúpetas.

LAS CABRAS (Un pastor)



Había una vecera para todo el pueblo y salían en el morro que hay al lado de la casa del tío Rafael.

El salido de las cabras y la piedra del tío Pifanio: donde tantas veces esperamos sentados la llegada de las veceras



Casi siempre había un cabrero, que las cuidaba durante todo el año. Hubo un tiempo que había dos veceras porque no se ponían de acuerdo los ganaderos. Una parte de los ganaderos contrataron al tío Santiago y el resto las cuidaban ellos. Cuando se murió el tío Santiago se volvieron a juntar las veceras. Otros cabreros que hubo después fueron Marcelino, que era hermano de Clemencia la mujer de Vidal, y Arturo.

El verano lo hacían en la Peña de Cuesta Rasa, Los Cubos, Erendia y Mediodía. A partir de San Miguel andaban ya por zonas más bajas.

Como había que ordeñarlas, venían a dormir al pueblo durante todo el año.
Una vez avanzado el San Miguel se metían en Peña Brava y costaba mucho trabajo sacarlas de allí porque por esa peña se anda muy mal. Alguna siempre quedaba allá porque se metían en los "huertos", que son lugares con mucha hierba a donde las cabras entraban saltando hacia abajo pero que una vez dentro les resultaba imposible salir. A veces, si las localizabas, había que entrar a por ellas con cuerdas.

Territorio de las cabras: Cuestarrasa, Los Cubos, Peña Brava…
Cuando se pusieron pinos en los Picos de Mediodía hubo que venderlas todas, porque las denunciaban cada vez que entraban en la zona de pinos. Se vendieron todas las del pueblo menos una cabra negra y mocha de José Luis (que luego le regaló a Carlos, el de Tuto) que siguió con la vecera de las ovejas hasta que se murió.

LOS CHIVOS (Dos pastores)
Salían en La Matica y andaban por el Prao Villamayor, la Frecha, el Sestil... Los pastores solían ser siempre los chavales.

LOS CORDEROS (Dos pastores)


Salían al lado del Ayuntamiento, junto al puente Amea. Pasaban el verano detrás de la Mata Sanjuan, desde el Llano la Horca hasta el Monte de Maraniella. Daban bastante guerra porque se "empicaban" a los prados del Alto la Cerra y en los de las Vegas. Para controlarlos hacían falta siempre dos pastores.

Territorio de los corderos: Alto La Cerra, Tras de la Mata San Juan…

Hubo un tiempo que tuvieron un corral en El Castillo. También se encerraron en el corral del Toril y en otro corral que había detrás de la casa del médico.

Al igual que las veceras de los chivos y de los jatos, esta era una "vecera de fardela", en la que los pastores casi siempre eran los chavales. Además, estas veceras no sólo eran escuela para los animales que se tenían que acostumbrar a ser pastoreados con un cierto orden, sino que también eran escuela para los futuros pastores del resto de veceras que requerían un mayor nivel de responsabilidad.

El día de San Miguel los corderos se juntaban con la vecera de las ovejas y a partir de entonces con las ovejas iba el pastor de las ovejas y de vecero el pastor de los corderos.

LOS CARNEROS Y CORDEROS DEL CARNICERO (Un pastor)



Aunque por su número no pueda ser considerada vecera, el hatajo de carneros merinos y corderos del carnicero mantenía ocupado a un "aprendiz" de pastor durante todo el verano. Estos animales procedían de las diferentes majadas de Acebedo y de los pueblos próximos: Los Hoyos, Cuestarrasa, Penalavela de Lois, Vioba, la Fonfría, la Castellana…

Durante muchos años la carne que se vendía en la carnicería era de merinas de deshecho y carneros capados. En los años de la posguerra, la gente cuando compraba carne siempre pedía que tuviera "blanco", cuanto más mejor. Supongo que era porque no había aceite y el sebo era un buen sustituto. Para los que querían de lo blanco nada mejor que la merina que es un animal que aunque no esté muy gordo tiene sebo en cantidad.

Cuando se comenzó a poder comprar aceite y a medida que mejoraban las condiciones económicas de los clientes de la carnicería, empezó a descender la demanda de carne de merina vieja y carnero capado y aumentó la demanda de carne de cordero.

Aprendiendo el oficio: Con los corderos de la carnicería en La Valleja

Este hatajo de corderos del carnicero no iba a la vecera de las ovejas. Estaban todo el verano por el Campellín, la Valleja, la Matica y los Montones.

Los "pastores" siempre fueron los hijos del carnicero, en cada momento el más joven de la casa que ya fuese capaz de hacer esta labor y que todavía era pequeño para otro tipo de trabajos. Mientras la Becerrera (el Otero Mayor) estaba acotada, la principal tarea de estos pastores consistía en evitar que los corderos pastasen por encima de La Raya, que era una línea que marcaba la altura del Otero Mayor hasta la que estaba permitido que subiera el ganado. Cuando dejaba de estar coto el Otero Mayor, los corderos podían subir por encima de La Raya y pastar por El Colladín, La Tejera, La Cascariella y el Llomballao y cuando se acababa de la hierba podían pacer además en el Prao Fea, Prao Salguera, Los Arroyos, La Senra y el Moruquil.

Hubo otras veceras de las que apenas quedan otras referencias que no sean en algunos topónimos. Este es el caso de la vecera de los bueyes cuyo recuerdo queda en el alto del Curezo donde hay un lugar al que le llaman la Majada los Bueyes. También se conoce como Majada los Bueyes a un llano que hay en Somaraniella, un poco más allá de Reguera Oscura, cerca del monte y al lado del arroyo que baja de Las Llamas. Lo mismo ocurre con la vecera de los gochos, cuyo recuerdo perdura en el topónimo Salido de los Gochos que es el nombre con el que conocemos ese pequeño trozo de terreno que hay un poco más abajo de la piscina, justo en la unión natural del río Erendia con el río Cargoso.

Puente Molín de Cano y salido de los gochos



Mi agradecimiento para los que me han prestado su memoria en la elaboración de este relato, que tiene su origen en los recuerdos de Pepe, mi padre, que allá por el año 1998, cuando su salud aún se lo permitía, se ocupó de que yo registrara por escrito el contenido de su memoria. Aunque el documento base era de mi padre, han sido mis hermanos Valentín, Pedro y José Luis, que durante el tiempo que vivimos en Acebedo ejercieron (como todos) de pastores de todas estas veceras, los que con sus aportaciones han terminado de darle la forma definitiva.

Como fácilmente se puede deducir, el pastoreo ha tenido una importancia crucial en la economía de Acebedo hasta los años ochenta del siglo pasado, pues al menos durante cinco meses una media de treinta y cinco personas se dedicaban a ello diariamente y a jornada completa.

Espero que este documento nos ayude a todos para comprender mejor quienes somos, de donde venimos y porqué somos capaces de disfrutar con cosas tan sencillas como el sonido de los cencerros.

Ángel Cimadevilla Díez
23 de febrero de 2007