POR MIGUEL ANGEL VALLADARES ALVAREZ. Fotos: M. Valladares Alvarez
Vega Lloso es un término del Ayuntamiento de Acebedo, situado entre los pueblos de La Uña y Acebedo por la margen izquierda del río Riosol y el de Ventaniella. La vega, que supera el kilómetro de longitud, tiene una anchura en torno a los 300 metros y una extensión próxima a las 31 hectáreas. Esta explanada es atravesada de norte a Sur por el curso del rio. En su extremo norte domina el Corón de La Uña (1300 m.) y en su parte sur La Corona de Acebedo ( 1282). La ladera este de la vega presenta en algunas zonas bajas, plataformas entre 10 y 20 metros, más elevadas que el fondo de la vega, a partir de las cuales el terreno se torna en fuertes pendientes hasta llegar a sus cotas más elevadas (Pico Naredo 1500 metros) desde las cuales desciende el arroyo de la Recuajada. Al Oeste están situados los montes que separan Maraña de La Uña. Vega Lloso, en concreto, es la extensión de norte a sur entre el recorrido del río y la ladera este, tiene una anchura media de 250 metros y ocupa una extensión de unas 18 hectareas.
Arqueológicamente hablando, este paraje es sin duda el mayor complejo prehistórico que hasta ahora se conoce en toda la comarca y, posiblemente, en toda la provincia. Arqueológicamente, porque ya no hablamos de evidencias, sino de yacimientos en los que se han llevado a cabo excavaciones o algún otro tipo de investigación, unas veces realizadas por la Universidad de León y otras por acreditados arqueólogos. La suma de estos trabajos en torno a la Vega LLoso nos ofrece algunos resultados que no pueden pasar desapercibidos. La cantidad y concetración de yacimientos, el espcacio de tiempo, miles de años, que abarcan en su conjunto los diferentes asentamientos, desde la Edad del Cobre hasta finales de la Edad del Hierro, dan especial relevancia a este patrimonio histórco.
Respecto a la Edad de los Metales hay que tener en cuenta alguna consideración, pues las distintas etapas que componen este periodo, cobre,bronce y hierro, no obedecen estríctamente a su denominación, así por ejemplo durante el Cobre o Calcolítico, a pesar de que ya se conocieran los metales, la mayoría de instrumentos aún se fabricaron en piedra. Algo parecido ocurre en la primera fase de la Edad del Hierro (Hierro I) en donde prevalece más el uso del bronce, mientras que la utilización de hierro es ocasional y no se va a generalizar su empleo hata el denominado Hierro II.
Otro tanto ocurre con la cronología, ya que no todo ocurre al mismo tiempo en todos los lugares, aunque en general se de el año -3.000 par ael arranque de este periodo prehistórico. Más difícil es determinar su final, que se va a ir produciendo escalonadamente en función del momento el que llegan las llamadas culturas históricas: Grecia, Roma, etc. en el caso de nuestra comarca, el final dela Edad de los Metales se situa a finales del siglo I a. C., momento en que irrumpe el mundo romano.
Vistas estas consideraciones y atendiendo a las dataciones aportadas sobre Vega de Lloso, podemos decir con seguridad que las laderas que circundan la Vega han sido ligar de continuos asentamientos prehistóricos durante, al menos, 2000 años, advirtiéndose una sospechosa continuidad o contemporaneidad entre algunos de los distintos yacimientos.
El primer asentamiento del que tenemos noticias, o más antiguo datado , es el Castro del Trascorón de La Uña, que Avelló incluye en la Carta Arqueológica de la provincia de León situándolo en la Edad del Cobre o Calcolítico (entre -2000 y -1.250). El gran número de excavciones pertenecientes a este periodo, tanto en nuestra Comunidad como en las vecinas, permite crear unos criterios generales para esta época y zona, algunos de los cuales están plenamente identificados en Vega Lloso. Así en lineas generales durante el calcolítico nacen los primeros núcleos urbanos, sus nuevas ubicaciones geográficas obedecen a a criterios de explotación agrícola. Se abandona las majadas y las zonas altas de paso entre valles como lugar de asentamiento y éstos se establecen a orillas de caminos y vias fluviales, en busca de tierras más fértiles.
A principios del periodo la fauna cinegética desaparece definitivamente de la cadena de alimentación, siendo esporádico su consumo. En su lugar aparece el consumo de animales jóvenes de especies de ovino y caprino, lo que escenifica una pautas en la explotación ganadera. Es el momento de los productos secundarios: lana, leche, metales, etc...y de los excedentes con los que se darrolla el comercio, que ya comienza a marcar sus propios arterias de comunicación.
El Trascorón de la La Uña supone, de momento, el primer núcleo protourbano del Alto Esla, una agregación, agrupación o concentración de población. Situado en una planicie al noroeste de la Vega, su ubicación geográfica reúne algunos de los parámetros mencionados y su extensión supera las tres hectáreas. En su lado norte grandes y toscas piedras circundan lo que fue el núcleo del poblado, quedando así mismo restos de muros su parte este y norte. En su punto más alto destaca un amontonamiento de tierra de forma oval a modo de túmulo.
Conocedores priemro de la pala y más tarde del arado, aprovecharon las tierras fértiles a orillas de los cursos del agua. Esto contribuye a la fijación de una población a una tierra determinada, característica básica de las sociedades campesinas. Son los primeros agricultores-ganaderos, practicantes de la recolección, gente de tradición megalítica, arrastrada de las etapas anteriores y que construyen grandes túmulos como lugar de enterramiento para sus difuntos de mayor riqueza o rango social.
Probablemente esté relacionado con ete castro el túmulo situado en medio de la Vega, datado en el Calcolítico, quizá en la época del Bronce Antiguo. Está edificado sobre una plataforma allanada previamente, sobre la que se efificó el túmulo. Tiene un total de 42 metros de longitud y la mitad parece corresponder a una especie de corredor con anchuras que oscilan entre los 6, 10 y 14 metros. El resto parece tener un planta circular con un diámetro aproximado de 20 metros y una latura máxima que no sobrepasalos 2,50. El yacimiento fue datdo por la Universidad de León y se documentaron varias lascas con fuerte bulbo de percusión. Lascas de cuarcita gris con escotaduras. Diversas piezas de cerámica hecha a mano sin torno, de color rojo y decorada con lineas incisas materiales recogidos en quel momento por el Departemento de Prehistoria y Arqueología de la Universidad de León.
Pertenecientes al Hierro son los espacios del Castro de las Congostas, Casto del Cuquiello, el de la Corona y las plataformas de la Horcadiella y la Cerasalina, estas últimas la otro lado del río, al norte de la Vega, frente a las Congostas. En lineas generales la Edad del Hierro no destaca precisamente por el avance tecnológico. Quizá lo lo más importante de este peiodo sea la evolución y la complejidad social, consolidación de ideas como tribu, pueblo, etc., culturas claramente diferenciadas de las de la Edad de Piedra. Losmefectos secundarios se hacen notar y así a medida que avanza el periodo va a ir en aumento la violencia, que va a influir decisivamente en la tipología del asentamiento o asentamientos.
Los lugares escogidos durante la primera fase del Hierro presentan como únicas defensas terraplenes y probablemente empalizadas de maderos, mientras que durante la segunda fase aparecen fosos y gruesos muros defensivos. al primer caso Hierro I, parece corresponder el Castro de las Congostas, también denominado el Castillo, a escasos 150 metros al oeste del Trascorón, quizá el espacio más llamativo de la Vega. Es un altozano a la orilla del río, de escasa elevación y con cierta forma de pera, de lineas laterales rectas. Tiene una longitud en el eje Noroeste- Sureste cercano a los 230 metros. Consta de dos plataformas a diversa altura, la inferior tiene una extensión de más de 1,5 hectáreas. La parte noroeste, más alargada (135 m.), tiene una anchua media de 50 metros,mientras que la zona sueste, más redondeada, posee anchuras que superan los 100 metros y cuenta con un talud intermedio por el Oeste en la zona de transición entre las dos áreas. La superior, mucho más pequeña y de forma circular, es la croa del Castro, cuenta con un fuerte talud y está situada en la parte Sur. El recinto apenas supera los 2000 m2. Este enclave ya fue dado a conocer por Jesús Celis Sánchez, (Origen, desarrollo y cambios en la Edad del Hierro de la Tierras Leonesas), y más tarde catalogado por la Universidad de León que lo incluyó en el Inventario Arqueológico 2004-2005, datándolo como seguro en Hierro II y probable en Hierro I.
De semejante tipología y datación al Castillo son las plataformas de la Horcadiella y la Cerasalina, situada esta última frente a Las Congostas, separándoles tan solo el río. Ambos espacios cierran la vega por el norte y también figuran en el inventario elaborado por la facultad leonesa. Qizá coetáneo de los anteriores es el Castro del Cuquiello, en la ladera este y a 500 metros al sur del Trascorón, del que le separa el Canto del Cuquiello, y que, al igual que Las Congostas, también está datado en la misma fase de la Edad del Hierro. Consta de varias plataformas, la superior de forma ovalada, mide cerca de 150 metros de norte a sur y 60 de este a oeste. También posee en su punto más alto la croa o la corona, característica que presentan todos los asentamientos de Vega de Lloso.
Prácticamente desapercibida, a poco menos de 150 metros al sur del túmulo calcolítico, ya anteriormente referido y el pie mismo del Castro del Cuquiello, se halla una estructura megalítica muy llamativa, tanto por sus enormes dimensiones como por su misterioso significado. Está orientada de norte a sur y cuenta con una plataforma de parecida a la inferior de Las Congostas que sirve para nivelar el terreno sobre el cual se ha construido una figura oval en forma de túmulo alargado, 105 metros de largo por 30 en su punto más ancho, estrechándose por su lado norte, por el oeste tiene un pronunciado talud. Entre la meseta, a modo de peana, y el túmulo tienen cerca de 20.000 toneladas de tierra y piedras, es decir, el equivalente a 800 camiones de material fue necesario cargar, trnasportar y extender para construir esta rareza prehistórica.
El Castro de La Corona de Acebedo es el asentamiento más tardío y cierra la vega por el sur. Tanto la Universidad de León como otros autores, Mañanes y Bohigas, en "Hallazgos arqueológicos en la zona vadiniense leonesa", o el mismo Eutimio Martino, coinciden en datarlo enla etapa final del Hierro. Característica de este periodo, se trata de un emplazamiento de carácter defensivo, el más elevado de los de alrededor y aún hoy conserva restos de sus defensas en las vertientes norte y sur. En el norte aún son visibles el foso y los restos del muro que tiene cerca de siete metros de ancho, mientras que los restos que se conservan de la muralla del lado sur, no superan los tres metros. Serán necesarias excavaciones másprofundas para saber si este Castro en en realidadun habitat castreño como tal o, a modo de castillo, una posición de refugio para los habitantes del área. Lo que si es seguro es que las gentes que utilizaron este asentamiento eran "acevedenses" vadinienses, de los que, gracias a los textos de los autores clásicos, conocemos parte de su mundo. Así como algunas prácticas de su cultura.
Estos clanes de Acevedo eran de tradición cultural atlántica, celtas, sobrios y de largas cabelleras, tanto los hombres como las mujeres. Los ho,bres vestían el "sago", una especie de manto de lana de color negro con el que dormían en suelo sobre lechos de paja. La mujeres usaban como indumentaria vestidos con motivos florales. No utilizaban aceite. En su caso utilizaban manteca y consumían preferentemente carne de caprino. Durante dos tercios al año se nutrían de pan de bellota que secaban, machacaban y almacenaban para su posterior consumo. Comían sentados en bancos construidos alrededor de las paredes de sus casas, acupando los puestos de más respeto según criterios de edad y dignidad.
Pero sin duda lo más significativo de Vega Lloso está en su conjunto y éste plantea un gran enigma, ya que en el supuesto de que a finales de la Edad del Hierro al menos la mitad de estos seis emplazamientos fueran contemporáneos, cosa más que probable, su estatus de Castro se queda pequeño, ya que se trataría de un espacio de mográficamente muy importante, pero no conocemos una definición superior para este tipo de enclaves.
La idea general que se tiene de "ciudad" cántabra es la de un territorio delimitado por murallas, desde luego, este no es el caso. Aquí nos encontramos con seis asentamientos perfectamente diferenciados y contiguos, con distancias que no sobrepasan los 50 metros en algunos casos. No se trata de emplazamientos en los que se observen mejoras ni de ubicación ni de construcción que hagan pensar en una sucesión de lugares y por tanto espacios no coetáneos. Al contrario, todos presentan un mismo corte y distribución. Tampoco es probable que fueran abandonados por algún tipo de epidemia. La proximidad y el hecho de que todos comparten un espacio adyacente común descarta esa posibilidad. Si sabemos que existían ciudades en Cantabria a la llegada de Roma, conocemos sus nombres y el área geográfica que capitalizaban o administraban, pero en cuanto a su "urbanicidad" u organización, tan solo sabemos que no eran parecidas a las romanas, o al menos para ellos no tenían la consideración de tal.
DOCUMENTO PUBLICADO EN EL Nº 26 DE LA REVISTA COMARCAL. MAYO DE 2008