Consideraciones previas
Imposible obtener algo tan exquisito con menos ingredientes y menos gasto. Estas pastas al vino blanco forman parte del más profundo acerbo gastronómico de las amas de casa de Acebedo. El ingrediente principal es la manteca de cerdo, aquella que nuestros antepasados usaban para conservar el lomo en la olla de barro, otra de nuestras joyas gastronómicas. Todos los demás ingredientes dependen de la cantidad de manteca de cerdo. La calidad del vino blanco también influirá en el resultado final.
Ingredientes
1 kilo de manteca de cerdo (se compra en las grandes superficies en tarrinas de 500 gramos) Nosotros usamos una hecha en casa.
1/2 litro de vino blanco. Nosotros usamos Los Molinos, un vino de Valdepeñas suave.
8 cucharadas de azúcar, y media más por la merma.
Harina la que lleve. Para 1 kilo de manteca casi dos kilos de harina.
Una fuente de horno, papel antiadherente y un bol con azúcar.
Comenzamos:
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En un bol grande, o balde, vertemos la manteca de cerdo y trabajamos con las manos hasta conseguir una muselina muy sueve. Del trabajado de la manteca dependerá el buen hojaldrado de las pastas. No escatimes tiempo. Cuando termines tus manos estarán suaves como la manteca. |
Añadimos ahora las 8 cucharadas de azúcar una a una mezclando y trabajando con las manos hasta que el azúcar vaya siendo absorbido por la manteca. Dale unas vueltas más. Añadimos ahora el medio litro de vino, poco a poco. La masa absorberá algo pero no todo el vino. Sigue trabajando la masa un poco más, siempre con las manos. |
Es el momento de empezar a añadir harina con el cucharón. Mejor si tienes un buen ayudante que te haga esta labor ya que tendrás las manos embrolladas de masa. Vete trabajando la masa, todavía en el bol, hasta que poco a poco ves que va depegando cada vez más fácilmente.
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Cuando te des cuenta que la masa ya no se pega a las paredes del bol ni a tus manos, enharina una superficie lisa, la mesa de la cocina, la encimera, la trébede... y vierte encima la bola de masa. Trabaja la masa, dándola vueltas, metiendo los puños, hasta que vayas consiguiendo que la masa esté compacta y suave. Haces una bola y cortas un trozo. Lo extiendes sobre la superficie enharinada y haces una torta más o menos homogenea. Con el cortador de pastas, vas cortando las pastas. |
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Colocas papel antiadherente sobre la bandeja de horno y vas colocando las pastas no muy juntas. Nosotros hemos usado un horno con 87 años de antiguedad, colocado en 1924, como reza la placa que preside la cocina, y que en este tiempo no ha dado muestras de desfallecimiento y sin gastar un solo céntimo. Solo leña, biomasa, como dicen ahora. Me rio yo de esos modernísimos hornos carísimos, comprados a plazos y que tendrás que cambiar sin remisión dentro de ocho ó diez años y que te habrán consumido miles de euros en luz. Pero como no tendrás más remedio que usar tu horno modernísimo caliéntalo a máxima potencia durante unos diez minutos. Luego baja a 175 grados y mete la bandeja con las pastas. |
El tiempo en el horno depende mucho de cada horno. Así que debes de vigilar cada poco la coción de las pastas. No deben de tardar más de 15 ó 20 minutos hasta que adquieran un color tostado muy apetitoso. |
Recién sacadas del horno, muy calientes, colócalas en un bol que tendrás preparado con azúcar. Las rebozas bien y las pasas al recipiente donde las vas a conservar. Están listas para ser consumidas. El resultado final lo puedes ver aquí debajo. |
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