EXCURSION A LAS CUEVAS DE VALPORQUEROYMUSEO DE LA FAUNA SALVAJE DE VALDEHUESADía 7 de agosto, martes El día 7 de agosto la Asociación Cultural y Deportiva “Virgen de la Puente ”, había programado una visita a las Cuevas de Valporquero y al Museo de la Fauna Salvaje de Valdehuesa, el mejor museo del mundo en su género, según los expertos, y a solo una hora de nuestras casas. Esta excursión fue propuesta por un socio en la Asamblea General Ordinaria del año 2011. Dada la relativa cercanía de los lugares a visitar no era necesario madrugar mucho y así se programó la salida para las ocho y media de la mañana de la plaza de la Picota. Los viajeros iban acudiendo a la plaza con tiempo suficiente para embarcar y con el pañuelo-emblema de la Asociación bien visible. A la hora prevista partió el flamante autobús Mercedes Benz, de color blanco, con todas sus plazas cubiertas en medio de un buen ambiente entre los viajeros. Como anécdota, este año viajó la Junta Directiva de la Asociación Cultural casi al completo ocupando los primeros asientos. El tiempo también quiso ser cómplice de nuestra excursión y nos obsequió con un excelente día de verano. La primera parada, programada en La Vecilla , se hizo finalmente en Boñar a instancias de Alberto, nuestro conductor, quien nos prometió una excelente y variada oferta en desayunos, churros y chocolate incluidos. Reanudamos el viaje camino de La Vecilla. Desde el coche ya divisábamos perfectamente la cumbre del pico Correcillas a nuestra derecha. Pasado el río Curueño, pronto enfilamos el valle del Torío. Dejamos atrás Matallana y Vegacervera, donde luego comeríamos, y nos adentramos en el Desfiladero de las Hoces de Vegacervera, paraje que ostenta las máximas figuras de protección medioambiental. Llegamos a las Cuevas del Valporquero sobre las once y media de la mañana, justo cuando la megafonía del recinto reclamaba al responsable de la Asociación Cultural de Acebedo. Bien pertrechados de ropa de abrigo y calzado adecuado comenzamos la visita a las doce menos cuarto de la mano de José Manuel Cuevas (muy apropiado el apellido para su trabajo), nuestro guía. Después de un breve recibimiento a la entrada de la cueva, comenzó la visita propiamente dicha que comprendería las siete salas “visitables” que ofrecen al público. Sin entrar en muchos detalles, diremos que la visita resultó espectacular, realmente asombrosa. Las formaciones rocosas, estalactitas, estalagmitas y demás formaciones pétreas que ofrecen las cuevas son sencillamente impresionantes. Si a ello añadimos la suerte de contar con un guía que lleva treinta años enseñando la cueva, con unos conocimientos amplísimos de la misma, el resultado fue sobresaliente. Casi dos horas estuvimos dentro, que se hicieron realmente cortas. Justo a la salida de la cueva nos encontramos con una abundante mata de ciringüemenes, grosellas rojas, que algunos devoraban con fruición, ante el asombro de nuestro guía que llevaba treinta años sin saber que “aquello” era un excelente fruto silvestre. Agradecimos, al menos al principio, el fuerte calor que nos recibió después de la baja temperatura de la cueva. Al restaurante Las Rocas, en el pueblo de Vecervera, llegamos sobre las dos y media donde ya estaba todo preparado para la comida. Apenas habíamos ocupado nuestros lugares en la mesa cuando un ruido ensordecedor hizo que nos levantáramos de inmediato y fuéramos a las ventanas para descubrir el origen de tal estruendo. El misterio no era otro que un gigantesco helicóptero que se afanaba en coger agua del río Torío para apagar un incendio en un monte cercano. Los manjares fueron apareciendo sobre las impolutas mesas, dispuestas en tres filas, de la mano de dos muy efectivas y simpáticas camareras y ayudadas de un camarero. Y en este punto tenemos que comentar que la suerte fue dispar. Mientras algunos alababan la crema de boletus, el excelente toque y calidad del bacalao al ajo arriero, las abundantes ensaladas mixtas y la suavidad de las carrilleras de ibérico, otros se peleaban a brazo partido con unos garbanzos pedrosillanos algo escasos de cocción. La tan afamada carne de chivo, especialidad de la zona, parece que tampoco gozó de los favores de algunos comensales y alguno decía, con mucha retranca, que el chivo debía de ser algo “cabrón”. Sea como fuere, durante la comida reinó, como siempre, un buen ambiente de convivencia casi familiar, lo más parecido a una boda, que es lo que se pretende. Año tras año, el momento de la comida se va consolidando como el punto álgido de la excursión. Salimos hacia el pueblo de Valdehuesa sobre las cinco de la tarde. Para visitar el Museo de la Fauna Salvaje , el grupo se dividió en dos partes. La visita fue guiada a través de la megafonía del lugar, que nos originó alguna confusión, hasta que coordinamos la marcha con la explicación detallada que ofrecían los altavoces. El museo es único y está considerado el mejor del mundo en su género. Animales salvajes de los cinco continentes se dan cita en este lugar, perfectamente dispuestos en diferentes salas, después de un gran trabajo de taxidermia que les hace muy reales a la vista. Todavía hubo tiempo de tomar unos refrescos en la cafetería del museo antes de salir hacia Acebedo. Aún apretaba el calor a esas horas de la tarde. Regresamos por el puerto de Las Señales después de haber remontado la presa del pantano del Porma y pasar Puebla de Lillo y Cofiñal. Llegamos a la plaza del Ayuntamiento de Acebedo sobre las nueve y cuarto de la tarde. Caras satisfechas y despedidas cariñosas para alguien que emprendía viaje al día siguiente allende los mares. Cuando ya abandonábamos la plaza camino de casa alguien nos picó en el hombro y nos apuntó: - ¿A dónde nos vas a llevar el año que viene? - Home coño, déjame respirar… Algo habrá. Video de la Excursión (en proceso de montaje) volver |