El día 8 de Agosoto, viernes, se había programado en la Casa-Concejo, en el marco de la I Semana Cultural, una conferencia cuyo único ponente sería Miguel Angel Valladares Alvarez, muy conocido en la zona por su excelente labor en la Revista Comarcal, además de fundador y coordinador de la misma. La sala, que acogía a la vez la III Exposición de Fotografía Antigua, estaba completamente llena. El tema planteado, La prehistoria en Acebedo, había suscitado el interés suficiente para que en la sala no entrase ni un alfiler. Sobre la 10 de la noche dio comienzo la conferencia. El ponente, muy bien documentado, hizo una breve introducción planteando todos los temas que más adelante iba a desarrollar. Situó los periodos en los que centraría la conferencia, desde la Edad del Bronce hasta la Edad del Hierro, y comenzó a referirse a lugares de Acebedo, usando el nombre correcto, como si de toda la vida lo conociese. Se refirió a los círculos de piedras, Cromlech, que asegura, hay en Prao Escobio, destacando sobremanera una laja arenisca de 1,20 metros de altura, sobresaliendo en la misma unos signos muy significativos, que de seguro, serían de gran interés para especialistas. Dejó bastante claro, que el Prao Escobio estuvo habitado hace unos 3.000 años y que sus habitantes bien pudieron pertenecer a la edad de hierro I (hallstatt). Parece ser una tribu no muy numerosa, de tipo pastoril, si bien practican un pastoreo muy primitivo en el que no existe la estabulación. Del ganado obtienen carne y lana. Fabrican harina de bellota con la que hacen pan. También existen signos de vida en LLano Navares y en Otero los Horreos. Estas tribus parecen ser precursores de los Vadinienses, sino lo eran en realidad, tribu cántabra bien documentada que habitó todo el norte de la península desde el año 175 a. C. y que luego serían absorbidos por el pueblo romano en el siglo primero de nuestra era.
El numeroso público permanecía muy atento a las palabras del conferenciante y estaba ciertamente sorprendido por los conocimientos que mostraba sobre el pueblo de Acebedo y que ciertamente desconocía. Se refirió a la Cueva del Burro, en La Uña, con una antiguedad de unos 7.000 años, que ha sido recientemente excavada y trasladados sus valiosos hallazgos a la Universidad de León, donde permanecen. El hallazgo más importante fueron dos cadáveres, uno de un adulto y el otro de un niño, y numeroso material lítico.
Según manifiesta Miguel Valladares, si algo ha caracterizado a la humanidad a lo largo de los años es la forma de enterrar a sus muertos. Y en la Vega la Uña, que él nombra como Vega de Lloso, hay numerosas muestras de enterramientos prehistóricos, que técnicamente se denominan túmulos. También encontramos túmulos en el llamado Llano la Virgen, ya en el término de Acebedo, al sur de la Corona. A estas alturas de la conferencia los asistentes están verdaderamente sorprendidos de los conocimientos que demuestra el conferenciante. Esta zona estuvo habitada durante unos dos mil años. Sus habitantes vivían en lugares próximos, en unos poblados llamados "castros", de los que nombra seis, de más o menos importancia. El más antiguo datado, incluido en la Carta Arqueológica de la Provincia de León, situándolo en la Edad del Bronce (calcolítico, entre 2000 y 1.250 años a. C.), es el Castro del Trascorón, al norte de la vega. La situación obedece, como todos los demás, a razones de explotación agrícola. En esta época se alejan de las zonas altas, como Prao Escobio o Llano Navares, y buscan asentamientos en zonas húmedas con tierras fértiles. Dejan de consumir animales salvajes para alimentarse con ejemplares jóvenes de ovino y caprino. Surgen los primeros agricultores-ganaderos, practican la recolección y entierran a sus muertos en grandes túmulos, rodeados de grandes piedras, recordando su tradición megalítica.
Muy próximos al Castro del Trascorón se encuentran otros asentamientos, datados en la Edad del Hierro como son: el Castro de las Congostas, el Castro del Cuquiello, el de la Corona, el de la Horcadiella y el de Cerasalina, al otro lado del rio,en terrenos de La Uña. El Castro de las Congostas fue incluido por la Universidad de León en el Inventario Arqueológico 2004-2005, datándolo como seguro en el Hierro II y como probable en el Hierro I. El Castro de la Corona de Acebedo es el más tardío, cerrando la Vega por el sur. Numeros autores y la propia Universidad de León coinciden en datarlo en la etapa final del Hierro. Probablemente su función más importante era la defensa. Su elevada altitud, los restos del foso, hoy perfectamente visibles gracias a la limpieza de escobas, y los restos de la muralla, asi parecen confirmarlo. En todo caso, si de por sí un único castro tiene gran importancia como yacimiento prehistórico, el encontrar seis juntos adquiere un valor incalculable y la palabra "castro" se quedaría pequeña para nombrar este conjunto prehistórico.
La última parte de la conferencia la dedicó Valladares a plantear esos impresionantes yacimientos prehistóricos como desarrollo sostenible, es decir, usar la historia como medio de vida. Abogó por la cración de un área de la prehistoria en la que deben de estar involucrados los estamentos oficiales, Ayuntamiento, Parque, Junta de Castilla-León y Gobierno Central. Pero los primeros interesados deben ser los propios habitantes del pueblo. Se trataría de crear una ruta visitando los diferentes castros, túmulos y restos prehistóricos apoyándose en un edificio a modo de museo o centro de interpretación, donde se llevarían a cabo las explicaciones previas y donde habría una muestra permanente de los objetos hallados en las excavciones que se llevarían a cabo. Esto podría atraer un turismo especializado y servir de acicate al futuro desarrollo del pueblo. La conferencia terminó con un gran aplauso al autor que bien merecido lo tenía.
Posteriormente hubo un debate al que solo asistieron algunas personas y en el que se fraguó una visita a los lugares citados. Así el día 23 de Agosto, la conferencia tuvo continuidad partiendo del Ayuntamiento a las 10 de la mañana, más de 40 personas, especialmente ilusionadas e interesadas en comprobar sobre el terreno lo que el conferenciante había manifestado durante la conferencia del día 8 de agosto, con el propio Miguel Valladares a la cabeza. Íbamos a participar en una auténtica clase de prehistoria sobre el propio terreno. Nos encaminamos hacia el Llano la Virgen donde pudimos contemplar el primer vestigio importante de nuestros antepasados: un tumulo o enterramiento prehistorico, en el que pudimos contemplar dos filas de piedra perfectamente marcadas que Miguel traducía como la entrada al enterramiento. Los asistentes escuchaban con mucha ateción las explicaciones que se daban sobre lo que, hasta ahora, todos llamaban un "corono". En la vertiente sur de la Corona visitamos dos túmulos más, siendo el último de ellos, de grandes dimensiones, de una notable importancia según nuestro conferenciante.
Ascendió el grupo, al que ya se habían unido más efectivos, a la Corona. Sin tener mucha idea, es innegable la presencia de vestigios anteriores que se ven a simple vista. Así pudimos contemplar los restos de lo que pudo ser un foso de defensa, de varios metros de ancho y que, en ligero descenso, circunvala toda la cresta del montículo. También se aprecian claramente los restos de lo que pudo ser una muralla y que alcanza unos 7 metros de ancho. Estos vestigios pueden dar lugar a muchas conjeturas pero serán los expertos quienes en su día despejen todas las dudas y dictaminarán con claridad si esto fue un castro habitado regularmente o servía solo como lugar de refugio y defensa cuando el peligro acechaba a los habitantes de los castros próximos. En la cima de la Corona habló largamente, bajo un sol de justicia, de los modos de vida, e incluso del aspecto y características de estas gentes de cultura atlántica, sobrios y de largas cabelleras. No usaban aceite, solo manteca y consumían preferentemente carne de caprino que comían sentados en bancos construidos alrededor de sus casas. Dormían en el suelo sobre lechos de paja.
La última parte de la visita consistió en visitar dos túmulos en la vega, uno de descomunales proporciones, sobre el que encontramos una gran losa semienterrada y en la que pudimos apreciar claramente algunos signos tallados sobre ella. Hubo quien, en aquel momento, ya quería ir por un pico y descubrir la losa completamente. Hay que ser prudentes y esperar el momento en que todos estos yacimientos puedan ser investigados por personal especializado. Nosotros lo único que podemos hacer es arruinar lo poco o mucho que de valor pueda haber en ellos. Miguel Valladares está elaborando un informe, que tendrá terminado en primavera y que servirá de base para llamar la atención de científicos y arqueólogos especialistas y con el fin último de que se formen grupos de trabajo especializados que puedan investigar con garantía estos yacimientos prehistóricos. En caso de que las investigaciones resultasen positivas, y se hallaran restos lo suficientemente interesantes a juicio de los investigadores, empezariamos a hablar de un Area de la Prehistoria y supondría la mayor revolución habida en toda la historia del pueblo. Tiempo al tiempo.
No podemos acabar este trabajo sin expresar nuestro más sincero agradecimiento a Miguel Angel Valladares Alvarez que, desinteresadamente, nos dedicó su tiempo y nos hizo disfrutar enormemente con sus amplísimos conocimientos sobre nuestra tierra y soñar con un mejor futuro para el pueblo. En nombre de todos, gracias Miguel.
Y cuando ya volvíamos de regreso hacia el pueblo, pensando en refrescar nuestra garganta con una buena cerveza, un grupo de jinetes pasó a nuestro lado a todo galope, montando bellos corceles en dirección a la vega. Sin duda nos parecieron los antiguos habitantes del valle que vendrían a ocupar sus tierras y que nosotros habíamos invadido pacíficamente durante unas horas...