Algunas veces habíamos imaginado, observando el valioso retablo de la iglesia de San Nicolás, lo bien que resularía un cuarteto de cuerda tocando delante del altar mayor. El artesonado del techo y la madera del suelo ayudarían a recoger los ecos de la iglesia y la acústica resultaría más que aceptable. Pero solo eran sueños y los sueños, sueños son. Pero por una vez nuestros sueños se hicieron realidad. El 7 de Agosto de 2008 fue el gran día. Habíamos logrado que un cuarteto de Valladolid, nos diera su palabra escrita de que el día 7 de agosto, a las 20 horas, actuaría en Acebedo. La negocición se llevó a cabo con Artur Zagrodzki, músico de origen polaco, afincado en Valladolid, primero por la derecha en la foto.
El cuarteto Zagrodzki se forma en Valladolid en el año 2005. Está formado por cuatro músicos profesionales con edades comprendidas entre los 22 y 29 años, que tras haberse licenciado en los estudios musicales y haber pertenecido a diversas formaciones orquestales, decidieron crear este cuarteto formado por dos violines, una viola y un violoncello, para dedicarse profesionalmente a la música, ofreciéndola en un principio para bodas, bautizos y comuniones en Valladolid y provincia, aunque ya muy pronto comenzaron a recibir encargos en los hoteles, restaurantes y otras salas de Castilla-León, Madrid, País Vasco, Cantabria, Comunidad Valenciana y Andalucía para ofrecer todo tipo de conciertos, dada su excelente calidad y su buen hacer.
FORMACIÓN DEL CUARTETO:Violín I: Roberto González, Violín II: Jone de la Fuente Gorostiza, Viola: Artur Zagrodzki y Violoncello: Alberto Mateo.
El concierto de música clásica suponía una actividad más dentro de la I SEMANA CULTURAL. Pero, evidentemente, no era una actividad cualquiera ya que era la primera vez que un grupo de música clásica iba a actuar profesionalmente en el pueblo. Pensamos que el concierto despertaría gran espectación y ese fue el motivo de no anunciarlo en los pueblos vecinos. Al final nos quedamos algo cortos de público, máxime teniendo en cuenta que iba dirigido, sobre todo, a las personas que viven habitualmente en el pueblo y que no tienen oportunidad de ver un espectáculo de este nivel todos los días. Es por esto que habíamos hablado con su director de hacer un concierto clásico pero didáctico a la vez, explicando el papel que hacen los diferentes instrumentos en cada parte de la obra. Así mismo, habíamos elegido un repertorio bastante "comercial", con piezas más o menos conocidas. Elaboramos también un programa que se repartió poco antes del concierto, incluso a los propios músicos, que de esa manera establecieron el orden de las piezas. Y qué decir del escenario... el recinto de la iglesia parroquial acogió sin agobios al público asistente, destacando la majestuosidad del retablo, que con la iglesia en penumbra, se ofrecía espectacular , con un San Nicolás allá en lo alto presidiendo el espectáculo y con un San Pedro de regio semblante, con su llave del cielo en la mano, excéptico ante lo que estaba presenciando aquella tarde. Un hermoso ramo de flores destacaba sobre el altar.
Así pues, todo estaba preparado para presenciar y sentir un gran espectáculo en riguroso directo. El público iba acudiendo lentamente y cuando entraba en la iglesia se llevaba la primera sorpresa viendo ya a los músicos ensayando y afinando primorosamente sus instrumentos. Cuchicheos y conversaciones a media voz mirando con disimulo hacia el altar, donde los componentes de la orquesta ponen a punto sus instrumentos. El público ya ha ocupado sus asientos y aguarda espectante el comienzo del espectáculo. A las 20 horas y catorce minutos salen los músicos por la puerta de la sacristía, que esta vez ha hecho funciones de camerino. Ocupan sus asientos siendo el hoy primer violín, Roberto González quien ocupa el primer lugar por la izquierda. Le sigue el segundo violín, Jone de la Fuente por la derecha. Artur ocupa el tercer lugar con la viola y cierra el cuarteto Alberto Mateo con el cello. Los músicos son recibidos con un cálido y temeroso aplauso. Comienza el concierto. La primera pieza, Serenata nocturna, W.A. Mozart es recibida con agrado por el público que premia a los concertistas con una cerrada ovación. Artur, de pié, en perfecto español, se dirige al público en la segunda pieza, La Primavera, de Vivaldi, para explicar con detalle uno de los movimientos, concretamente el canto de los pájaros. Roberto y Jone hicieron sonar sus violines interpretando magistralmente el gorjeo de las aves, imaginado por Vivaldi. Interpretada la pieza completa, los asistentes pudieron distinguir claramente el canto de los pájaros, el sonido del viento y el caer de la lluvia.
Las piezas se van sucediendo en un ambiente de gran interés y el concierto va subiendo en intensidad. Hubimos de pellizcarnos varias veces para darnos cuenta de que era verdad: estábamos asistiendo a un concierto de música clásica en la iglesia de Acebedo. Estábamos presenciando un gran espectáculo en directo. Artur explica ahora lo que es un cannon: una pieza musical en la que una estructura se repite un número determinado de veces. En el Cannon de Pachelbel, esta estructura, de cuatro acordes, se repite 54 veces. Esta vez es Alberto quien comienza la demostración. En los siguientes compases se va uniendo Artur con la viola, Jone con el violín y por último, se incorpora Roberto, que hace las melodías principales y que demuestra una destreza singular con su instrumento. Espectacular. El concierto continua y la Cantata 147 de J. S. Bach y el Minueto de Bocherini no resultan menos interesantes. Así llegan piezas como La llegada de la reina de Saba, de Häendel, el Aria nº 3 de Bach o La Meditación de Thais que no por menos conocidas resultan menos exitosas para el público que las saborea con deleite y las premia con sonoros aplausos. Los músicos, muy profesionales, dan lo mejor de sí mismos y el público sabe apreciarlo. Así, en una atmósfera propia de las mejoreas salas de conciertos, pero en la iglesia parroquial de Acebedo, con un público entregado y disfrutando con el concierto, llegamos a la última parte del mismo. Los que tenemos el gusto y el privilegio de asistir con frecuencia a conciertos y hemos tenido la fortuna de contemplar grandes orquestas en directo no cabíamos de gozo. Este maravilloso cuarteto nos estaba haciendo disfrutar como pocos.
En esta última parte del concierto llegó, a nuestro modesto entender, el cenit del mismo. Hecho el silencio después de los últimos aplausos, miradas cómplices entre los músicos, se oye el delicado sonido del pizzicato, que es el sonido que producen los instrumentos al ser tocados con los dedos, en lugar de con el arco. Son los compases previos del Ave Maria, de Schubert. No se oía una mosca cuando el primer violín, Roberto González, atacó la melodía principal. Magistral interpretación la que llevó a cabo este violinista en esta pieza, dando muestras de un extraordinario vituosismo, a pesar de ser una pieza relativamente fácil. La delicadeza y el sentimiento que demostró el músico son propios de grandes virtuosos. Pero no sólo nosotros captamos estos detalles ya que al final de la pieza se oyeron los primeros "bravo", con parte del público puesto en pié, llegando incluso, según nos contaron, a emocionarse. El cuarteto fue premidado con una generosa ovación. Las tres últimas piezas del programa, el 2º movimiento del El invierno, de Vivaldi, La Serenata del cuarteto Emperador, de Haydin y el concierto en re menor, de Bach, el autor más interpretado, fueron casi un regalo, depues del buen sabor de boca que dejó el Ave Maria. El final fue apoteósico. Público y músicos puestos en pié y los aplausos que no cesaban. Después de más de cinco minutos de aplausos, tuvieron a bien obsequiarnos un bis, una pieza popular, un tango arreglado por ellos que sonaba extraordinariamente bien.
Quedamos bastante soprendidos ya que el público asistente era bastante más entendido de lo que en un principio suponíamos. Al final, nos felicitaron generosamente por el trabajo efectuado y alguien, mucho más expresiva, nos espetó: "Hoy te has coronado". Otros exclamaban: "Esto hay que repetirlo". Luego pasamos a la sacristía y felicitamos a los músicos por el buen trabajo efectuado, incidiendo especialmente en el primer violín. Éste, lacónicamente respondió: "La magia la conseguimos entre todos". Además de un excelente interprete, demostró ser muy humilde y generoso con sus compañeros, los cuales, sin lugar a dudas, demostraron también un gran nivel.
Nunca, hasta ese 7 de Agosto de 2008, se había organizado en Acebedo un evento musical de semejante nivel y calidad. Nos alegramos por toda la gente que asistió, pero no podemos olvidar que otros, pudiendo haber contemplado un gran acontecimiento cultural, nunca visto en el pueblo, miraron para otro lado o siguieron apurando su rutinaria cerveza en el bar. (...) Tampoco olvidamos a esa persona, que con carácter anónimo, abonó el 62 por ciento del concierto. En nombre de todos los que asistimos a este singular acto cultural, gracias. El resto fue cubierto con los fondos de la Asociación Cultural y Deportiva "Virgen de la Puente".