DIA 10 DE AGOSTO, MARTES EXCURSIÓN AL PARQUE DE LA NATURALEZA DE CABÁCERNO Y SANTANDER Se había programada la excursión a Cabárceno a sabiendas de que era uno de esos lugares privilegiados que no pueden dejar de visitarse alguna vez. El hecho de ser el mejor parque de Europa en su género y el tercero del mundo levantaba entre los asistentes una gran expectativa. El viaje se contrató con la empresa Yugueros, que nos envió un coche moderno y lleno de comodidades que fue muy del agrado de todos los viajeros. A las sies y diez minutos partimos de la plaza con un ligero retraso sobre el horario previsto. Después de una breve parada en Aguilar de Campoo para desayunar, tomamos la autopista que lleva a Torrelavega y Santander. Unos kilómetros antes nos desviamos a la derecha para, por carreteras secundarias pero con buen piso, llegar a las puertas del parque a las nueve y veinte de la mañana. Después de una breve espera accedimos al interior del parque donde ya nos esperaba Laura, la guía que habíamos contratado previamente. Una vez que Laura accedió al autobús comenzamos la visita propiamente dicha al parque. Fueron unas tres horas y media de recorrido por todo el parque durante las cuales nos mezclamos con la actividad frenética que allí sucede cada día. Son miles de visitantes los que acceden diariamente venidos de todos los rincones de España y del extranjero a contemplar los cientos de animales que viven allí en régimen de semilibertad. Por esta misma circusntancia hay veces que no se dejan ver ya que permanecen en sus econdites. Nosotros tuvimos suerte diversa y animales míticos como el oso, el león, el elefante, el tigre o el rinoceronte blanco estaban bien visibles ese día. Una vez completamos el recorrido con la guia, ésta nos despidió en la explanada de acceso, justo donde está ubicada la piscina de los leones marinos. Sentados cómodamente en el anfiteatro de localidades que conforman el recinto, pudimos contemplar un espectáculo de primerísima categoría. Todos quedamos impresionados de lo que pueden hacer estos animales bien adiestrados. Pero la mayor sorpresa estaba aún por llegar: a las dos y media de la tarde, con un sol de justicia, asistimos al espectáculo de aves rapaces donde todos nos quedamos con la boca abierta al ver como buitres leonados, aguilas reales con dos metros de envergadura en las alas, cóndores y otras rapaces casi rozaban nuestras cabezas en vuelos rasantes, maginíficamente dirigidas por sus cuidadores. Se trata de un espectáculo sin par que nuestros excursionitas no paraban de comentar una vez que accedimos de nuevo al autobús para dirigirnos al restaurante Los Elefantes para el almuerzo. El restaurante, con unas magníficas instalaciones, nos ofreció un menú muy variado con 18 platos diferentes, que con toda seguridad fueron del gusto de todos. La paella y el bacalao fueron los triunfadores. El servicio fue perfecto ya que, aún no habíamos terminado de sentarnos cuando ya teníamos la comida ante nosotros. Lo cual es muy de agradecer. La sobremesa se alargó en exceso, si bien, ante la satisfacción de la gente y las buenas tertulias que se habían formado, amén de lo cómodo del lugar, daba un poco de pena cortar tan agradable sobremesa. Pero había que seguir la ruta. A la seis en punto de la tarde nos presentamos en la playa del Sardinero, en la ciudad de Santander, que nos recibió con un día expléndido de sol. Teníamos por delante dos horas para disfrutar tan hermosa ciudad. Cada uno aprovechó el tiempo a su antojo, si bien fueron mayoría los que se acercaron a la playa, bien para bañarse, pasear o mojar un poco los piés. A las ocho y diez minutos, con un ligero retraso sobre el horario previsto, comenzamos el regreso al pueblo. Si bien es cierto que cuando se viaja en grupo hay que extremar la precaución para no causar perjuicio a los demás, no es menos cierto que debemos ser un poco flexibles ya que, a cualquiera de nosotros, le puede ocurrir un apuro en el último momento. Después de una breve parada en Aguilar para tomar café y visitar el baño emprendimos ya el acercamiento definitivo al pueblo donde llegamos cansados, pero felices de haber pasado un día tan agradable. Al pasar por el puente grande dimos gracias a la Virgen de la Puente, que una vez más hizo bien su "trabajo" de protección: al salir de Cervera de Pisuerga, Tinín, nuestro excelente conductor, hubo de dar un gran frenazo, lo que ocasionó un gran susto a los viajeros. Un enorme macho de venado de más de 200 kilos de peso estuvo a punto de cruzar la carretera y hacernos la Pascua. Pero la Virgen y Tinín nos devolvieron la tranquilidad. A las 11,35 cruzamos el puente grande y cantamos con todas nuestras fuerzas, ya escasas a esas horas, el triste "Adios con el corazón que con el alma no puedo...". Gracias a todos por vuestra participación y por vuestro comportamiento ejemplar. |