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Día 5 de agosto de 2013, lunes

POR LAS MONTAÑAS DE ACEBEDO

Picos del Mediodía

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A pesar de que la mayor parte de las casas de Acebedo están orientadas hacia los Picos de Mediodía, en la ruta de este año pudimos comprobar que varias personas que nos acompañaban no habían subido nunca y menos aún “a derecho”, como lo hicimos esta vez. Por si alguien no lo entiende, cuando digo “a derecho” quiero decir en línea recta, o lo más recta posible, saliendo de Acebedo para llegar al punto más alto, que es donde está el repetidor de televisión y telefonía.
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Atendiendo a la programación de la Asociación Virgen de la Puente, el lunes 5 de Agosto a las nueve de la mañana nos presentamos en el Oterín, al lado de la piedra del tío Pifanio, 30 montañer@s dispuestos a acatar las instrucciones de Pedro, que es quién nos iba a guiar hasta lo alto.
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Tras unos minutos de espera, por si a alguno se le habían “pegado las sábanas”, el grupo inició la ruta tomando dirección hacia el Prao Fea. A partir de este punto y hasta la cumbre de Mediodía todo sería cuesta arriba, aunque las pendientes no son demasiado exigentes.
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Una vez superadas las praderas del Prao Fea, nos internamos en el Monte Cotao y seguimos por el camino en dirección a la Varga Hinchaculos.
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A la sombra del hayedo no tardamos en llegar al Prao Maraña, un claro en el monte que nos permite reagruparnos y comprobar que el sol viene calentando fuerte.
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Al llegar al Llano la Rasa, nos desviamos unos metros de nuestra ruta para acercarnos a la caseta de madera que hay al lado de la laguna que algunas aves migratorias utilizan temporalmente para reponer fuerzas en sus largos desplazamientos.
En este punto abandonamos la fresca sombra que hasta aquí nos ha proporcionado el monte y afrontamos la parte más dura de la ascensión a pleno sol cuando el reloj marca las diez y media de la mañana.
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A partir del Llano la Rasa ya no hay camino carretero y el resto de la subida lo tendremos que hacer por senderos, que en este punto discurren entre escobas y brezos hasta llegar al principio del Bajarto de Mediodía, en el que caminaremos por la campera.
En la campera de este Bajarto (en Acebedo hay varios términos con este mismo nombre), se observa que una buena parte de la cuesta pudo en tiempos muy lejanos haber sido cultivada porque aún se aprecian perfectamente varios bancales.
A lo largo de todo el Bajarto de Mediodía encontramos restos de antiguos chozos y corrales adosados a la pared de rocas de su parte izquierda.
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Una vez superadas las praderas del Bajarto, nos volvemos a reagrupar en El Portillo. Aquí volvemos a encontrar restos de lo que en el pasado fue el chozo y corral de la vecera de las ovejas de Acebedo, cuando se arrendaba a los pastores trashumantes la majada de Peñalavela.
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Desde aquí, por un sendero que discurre por la arista y entre escobas y brezos, afrontamos las últimas cuestas. Las más empinadas de nuestra ruta. A nuestra izquierda queda una gran depresión con terrenos de pasto pertenecientes a Lario y Liegos coronados por las peñas del Recacabiello.

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Han pasado poco más de tres horas desde nuestra salida del Oterín, cuando llegamos a lo más alto del pico de Mediodía. El grupo se vuelve a reagrupar y nos concedemos una tregua en esta magnífica atalaya desde donde se puede disfrutar de unas espléndidas vistas, con el Monte Cotao, Acebedo y Lario a nuestros pies y, a lo lejos, los pueblos de La Uña, Polvoredo y Burón.
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Después de un merecido descanso, iniciamos el descenso por un camino serpenteante que nos llevará hasta la fuente de Peñalavela. Al fondo el majestuoso Macizo de Mampodre, con la Peña de Cuestarrasa en primer término.
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No tardamos mucho en encontrarnos todos juntos en torno a la Fuente de Peñalavela, esa que nace y muere en no más de cuatro metros.
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Del suntuoso iglú que me construí allí en el año 2009, no queda ni rastro. Tendré que denunciar a alguien, aunque no sé a quién. Posiblemente al sol.
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Utilizando los senderos marcados en su tiempo por las ovejas, descendemos por el Bajarto de Peñalavela en dirección a la Fuente Erendia. La comodidad del camino unido a que se aproxima la hora de la comida hace que el grupo avance con rapidez, aunque algunos no resistan la tentación de anticipar el postre con los arándanos que encontramos en nuestro camino.
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Una breve parada en la fuente Erendia para beber agua (sería imperdonable no hacerlo) y continuamos en dirección a los Juntanales, que es el punto en el que tenemos programado hacer un alto para descansar y aligerar de contenido las mochilas que hemos pujado en nuestra espalda durante toda la ruta.
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Es la hora de comer y el lugar lo conocemos bien. En este mismo lugar hemos comido ya varias veces con motivo de otras rutas, así es que nos instalamos en la campera, a la sombra de los árboles y al lado del río. Poco a poco va apareciendo sobre la hierba una ingente variedad de viandas que no tardamos en hacer desaparecer.
Como siempre, no sólo comimos de lo nuestro, sino que compartimos lo propio y lo ajeno para que nadie tuviera motivo de queja por el peso de su mochila en el trayecto que aún nos separaba del pueblo.
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Dos años después de su construcción, el puente ha vuelto a superar la prueba de carga
Una vez superado el “trance” de la comida y tras un buen rato de descanso, que los más pequeños del grupo aprovecharon para enredar en el río (y mojarse, como siempre), cruzamos el río por el puente de troncos que construimos allí mismo hace dos años.
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A la sombra de los árboles, emprendimos el último tramo de nuestra ruta por el camino que, pasando por el Prao Soto y las Eras Yaguntas, cruza el Monte Cotao.
Pasaban pocos minutos de las cinco de la tarde cuando volvíamos a pasar por delante de la piedra del tío Pifanio. Nuestra ruta había finalizado.


Ángel Cimadevilla Díez
León, noviembre de 2013

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