RUTA DE ALTA MONTAÑADIA 5 DE AGOSTO DE 2010, JUEVES. Estaba prevista la salida a las 8.30 de la mañana. El cielo amenazaba lluvia y fue necesario partir con el chubasquero puesto. A pesar de ser una ruta muy atractiva cundió el pánico y solo 20 montañeros acudieron al lugar de la cita. Si no fuera porque alguno desafinaba se diría que podría tratarse de una excursión familiar. Sea como fuere la ruta preparada a conciencia por Pedro Cimadevilla prometía y a buen seguro que no defraudó. Eran muchos los alicientes que presentaba y no defraudó en absoluto. Aún ahora algunos siguen insinuando que la ruta era dura. En mi humilde opinión, subir a Mampodre es bastante más exigente. En todo caso, si de lo que se trata es de que acudan montañeros se tratará de suavizar en ediciones posteriores. Partimos de la plaza con buen ritmo hacia el barrio de arriba y salimos al Oterín para coger el camino de la Frecha. En la Mata de la Arenera tomamos la izquierda para cruzar la Cruz del Rayo y, en el cruce de la caseta de las ovejas, tomar la desviación hacia el Prao Escobio, donde se hizo una parada para descansar y tomar líquidos. Por la varga de la Pajarina ascedimos hasta el paraje de los Acebales donde se volvió a descansar para animar así al grupo de niños que nos acompañaba. Una parte del grupo ascendió desde allí hasta los tejos milenarios y se unió enseguida al grueso del pelotón que ya tomaba las primeras estribaciones de la Peña tras el Coto las Undias. Coronamos sin dificultad una peña que, con escaso esfuerzo, ofrece unas magníficas vistas del macizo de Mampodre y del pueblo de Acebedo. A los pies del peñasco se podían observar restos de un chozo y de un corral de ovejas. Una vez se descendió de la peña, un grupo de montañeros decidió regresar con el grupo de niños, mientras el resto atacamos sin piedad la cota del pico Lázaro por su cara sur. Una vez coronado ofrece buenas vistas pero tiene alguna dificultad en su ascensión ya que está rodeado en la cumbre de grandes lajas de piedra que dificultan enormemente el paso. Después de un breve refrigerio ofrecido por el organizador de la marcha, Pedro Cimadevilla, iniciamos la bajada por un lugar ciertamente complicado, con mucha pendiente y piedras muy falsas. Eso hizo que sufrieramos un pequeño accidente sin importancia. Poco a poco el grupo fue descendiendo hasta la collada Lito donde nos esperaba el gran acontecimiento de la jornada: deberíamos levantar la mojonera que separa Acebedo de Lois, que llevaba en el suelo muchos años. Llegaron por tierra refuerzos que portaron algunas herramientas imprescindibles para llevar a cabo nuestro cometido. Después de nueve intentos fallidos, con un gran esfuerzo, conseguimos poner en pié la mojonera, más conocida como la piedra del tio Jandrón. Parece ser que este hombre, sin ayuda de nadie, consiguió levantar el solito el tremendo pedrusco por una apuesta. Después de ver el esfuerzo titánico que nos costó levantar la mojonera, dudamos seriamente de que un hombre solo lograra tal proeza. Días después nos enteramos de que los de Lois andaban algo molestos con nuestra acción ya que para mover la mojonera es necesario que haya representación de los dos pueblos. Desde aquí les juramos que no ganamos ni un solo centímetro para el pueblo de Acebedo y como son unos caballeros estamos seguros que nos invitarán a unos cuartillos en nuestra próxima visita a este maravilloso pueblo vecino. Terminado el trabajo, con gran satisfacción descendimos a la collada Lito y de allí al Prao Requejo para continuar hasta fuente Erendia donde comeríamos a la sombra, muy cerca del río. Después de una breve sobremesa animada por Mariano y Germán emprendimos el regreso al pueblo a través del paso de los Juntanales. Protegidos por las sombra del monte Cotao, salimos al Prao Fea y nos plantamos en Acebedo sobre la seis de la tarde contentos y satisfechos de haber disfrutado de una buena jornada de montaña, de convivencia y de compañerismo. De eso se trataba.
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